Más censurable que la postura de Peirano respecto a la "educación gratuita", era la relación comercial con su exmarido, propietario de varios colegios.
La salida de Claudia Peirano a una semana de ser presentada como la nueva subsecretaria de Educación nos confirma, como marco general, que buena parte de los dilemas de hoy no son legales, sino éticos o morales.
El caso Peirano abre variadas discusiones, como la capacidad para ejercer el cargo, pero mucho más, lo relacionado con la historia de la fallida subsecretaria DC. En efecto, ella estaba relacionada comercialmente a colegios particulares subvencionados por medio de su exmarido y prestó asesorías por las que cobró un monto muy superior al valor promedio de mercado.
Ello parece bastante más cuestionable que su parecer respecto a la viabilidad de la educación gratuita, que a ratos es más un eslogan que una materia con un fondo claro.
El mundo de hoy exige mucho más que el cumplimiento de la legalidad y eso es válido para este caso, como para la construcción de galpones de acopio de cobre, y otros donde queda en entredicho el respeto por las comunidades, más allá de lo que el marco regulatorio afirma.
Políticamente el caso se hace más complejo por el hecho de que a la economista se suman cuestionamientos a otros cinco funcionarios designados, entre ministros, subsecretarios e intendentes. Es por ello que no es imprudente pensar en una "desprolijidad" en los nombramientos realizados por la Mandataria electa.
Es obvio que es positivo que esto pase, en tanto todo se haga con respeto y bajo normas básicas.
De paso, las autoridades, especialmente públicas, deben ser conscientes que estarán más que nunca bajo el ojo crítico del escrutinio ciudadano, lo que es básico para una sociedad democrática que debe velar porque sus representantes tengan un comportamiento de alto estándar ético.
Asimismo, siempre debe velarse por el interés de la mayoría y no por grupos específicos o cuestiones particulares, porque estamos en presencia de una población más empoderada y mejor informada.
Son estas cuestiones las que hacen que Chile y el mundo sea hoy diferente. La ética y la política, contra lo que muchos pensaron, nunca se ha ido.