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La historia de superación que fue clave para cerrar un ciclo

literatura. Eduardo Madariaga lanza su libro "No me pegues papá", el cual relata dolorosas experiencias de su niñez.
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La literatura muchas veces fue su refugio y una vía para cerrar un ciclo difícil de su vida. Así es la historia del joven Eduardo Madariaga, quien escribió el libro "No me pegues papá", que relata tristes episodios de violencia y abuso sexual al que estuvo expuesto en su niñez.

Como una forma de demostrar que es posible cambiar el destino, salir adelante y entregar una crianza totalmente distinta a sus dos hijos, el joven escritor dio rienda a este proyecto literario, que hoy será lanzado en Biblioteca Viva Antofagasta a las 19:00 horas en una actividad abierta a toda la comunidad.

experiencia

Tras una difícil infancia, vivida en Los Lirios, un pueblo de la Sexta Región, Eduardo Madariaga trató de emprender, salir de su casa para luego trabajar en la gran minería en el área de recursos humanos, labor que comparte con esta fiel compañera que ha sido la literatura.

Madariaga cuenta que por años tuvo bloqueados sus tristes recuerdos, que afloraron una noche en que vio que sus hijos se portaban muy mal y pudo percatarse en las grandes diferencias, entre lo que él vivió y lo que él puede entregar a sus hijos.

"Yo me refugié mucho en la literatura. Cuando tenía ganas de llorar, leía y leía. He aprendido que si vives con rencor te pierdes la vida, lo que te tocó vivir en el pasado no puede afectar tu futuro. Los recuerdos no se olvidan, pero si se superan", asegura el autor.

Relata que en un arrebato, adjetivo que también es su seudónimo, escribió este relato, que posteriormente envió a la editorial Forja, que publicó hace dos meses este libro que ya está a la venta.

Esta obra también cuenta con el apoyo de Junji, que está promocionando su lectura entre sus educadoras.

El otro Neftalí

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"Millones, millones de estrellas... Soy multimillonario, solo en medio de la noche inmensa". Los versos son de un poeta nacido hace más de cien años, en el norte de Chile llamado Neftalí Agrella.

Neftalí pasó su adolescencia en Mejillones. Trabajó como oficial de fundidor y aprendiz de tornero mecánico. Allí, se adentra en la literatura; los obreros ingleses contratados por el FF.CC. Antofagasta-Bolivia le enseñan inglés y le hacen saber la existencia de Shelly y del autor de Romeo y Julieta.

En 1916, vive en Antofagasta que, al igual que Valparaíso, será un ámbito propicio para su obra. Escribe en periódicos, colabora en Cinema Social y participa en "El Barrio Latino" y en "Fígaro".

Leemos en Selva Lírica: "Bohemio recién llegado a la capital, forastero de una de las provincias del norte, y que después de deambular por nuestras calles, sin pan ni techo, encontró un albergue transitorio en la oficina de Los Diez y en el cenáculo artístico de Selva Lírica, para perderse poco después tal como había venido: misteriosamente".

En noviembre, 1920, embarcó para Estados Unidos. Llegó a Washington; conoció New York. Muy pronto, regresa al norte donde publica sus impresiones. Este quehacer fue interrumpido por razones de salud y decidió "recluirse un tiempo en su aldea de Mejillones".

En Selva Lírica lo clasifican entre los que "se yerguen como una promesa". Pero, la verdad es otra: Agrella ya era, pese a su juventud, un escritor hecho y derecho.

Trabajos suyos se publican en Argentina, Puerto Rico, España. Era respetado y reconocido entre los creadores, pues, veían en sus escritos a alguien que estaba al tanto de las últimas tendencias, que rompía tradiciones y ofrecía novedades (cultivó el ultraísmo y reconoce a Huidobro. Inspirado en él, escribió "Paisajes Verbales"). Quizás, el mayor aporte sea éste: fue el primer poeta chileno que cultivó el haikai, estrofa brevísima de tres versos y que traduce la filosofía de los pequeños seres y gentiles tan propia de Oriente.