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Chilenos hallan una azúcar que enfrentaría el mal que sufre hawking

descubrimiento. Científicos apoyados por Conicyt descubrieron que la trehalosa "enseña" a las células a combatir la esclerósis lateral amiotrófica.
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Un equipo formado por científicos chilenos ha encontrado un azúcar, llamado trehalosa, capaz, al menos en su fase experimental, de hacer retroceder el avance de la esclerosis lateral amiotrófica (ELA), ya que enseña a las células a eliminar proteínas anormales.

La ELA es una enfermedad neuromuscular que produce parálisis progresiva y se observa principalmente en personas cercanas a los 50 años de edad, con una expectativa de vida alrededor de tres a cinco años y que no tiene cura. Este mal lo sufre el científico británico Stephen Hawking.

El único tratamiento aprobado es el riluzol, que retrasa los síntomas durante unos tres meses, pero que no alarga la vida de los enfermos.

"Esta patología tiene que ver con la muerte de las neuronas que controlan los movimientos de los músculos, que se llaman las motoneuronas", señala en una entrevista a Efe Claudio Hetz, director alterno del Instituto de Neurociencia Biomédica de Chile

"Los pacientes en general mueren por distintas complicaciones. Una de las principales es un paro respiratorio porque dejan de controlar el diafragma o porque sufren muchas infecciones y no pueden eliminar las flemas", agrega.

La investigación, iniciada el año 2007 con el apoyo de instituciones chilenas como la Comisión Nacional de Investigación Científica y Tecnológica (Conicyt ) y de la Muscular Dystrophy Association estadounidense, estudia cómo las neuronas responden frente a los daños observados en ELA, enfermedad que padece el físico británico Stephen Hawking, propietario de una de las mentes más brillantes del planeta, afamado por sus descubrimientos en matemática aplicada y física teórica.

El chileno señaló que una de las alteraciones principales que han observado en los animales de laboratorio a los que les han introducido el gen mutante del ELA es que "se acumulan proteínas aberrantes, que son altamente tóxicas".

Con la trehalosa, "lo que hacemos es que la célula elimine en forma natural las proteínas anormales, que lo reconozca como material biológico reciclable. La célula toma estos cúmulos proteicos y los empieza a eliminar por un proceso que se denomina autofagia, que significa comerse a sí mismo", dice el científico.

antecedente

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Hetz aseveró que llegaron hasta este azúcar, que estimula el proceso de autofagia, porque un grupo de científicos en Inglaterra lo encontró y lo probó en modelos de la enfermedad de Hungtinton.

A pesar de que todavía queda bastante para que llegue a los humanos, Hetz indica que existen evidencias de que varias investigaciones apuntan en la misma dirección.

"El proceso es muy largo, toma años y años en aplicar a humanos pero han salido otros estudios con otras drogas que promueven el mismo proceso de autofagia y también generan retardo de la enfermedad", manifiesta el chileno, que también es profesor titular de la Universidad de Chile y profesor adjunto de Harvard.

"La evidencia conjunta de distintos laboratorios en el mundo indica que es un buen blanco terapéutico, tratar de aumentar la capacidad de las neuronas con la eliminación de las proteínas alteradas de la basura", añade.

Además, señaló que la trehalosa puede emplearse en diferentes patologías pero "experimentalmente en todos los casos" y apuntó que en Reino Unido tienen pensado "hacer un análisis clínico con pacientes de Huntington ".

LAS CAUSAS

LAS CAUSAS

Solo el 10% de los casos de esta patología se deben a causas genéticas, mientras que el 90% son esporádica al producirse sin tener antecedentes familiares.

"Las dos, la esporádica y la familiar, son en términos clínicos y en la progresión equivalentes. Lo que se piensa es que probablemente la causa sea en términos moleculares común", concluye Hetz.

El anuncio de que el hasta ahora vicepresidente de gestión de Android, Hugo Barra, deja Google para incorporarse a Xiaomi ha sido una sorpresa para toda la comunidad "geek" mundial, menos la de China, que conoce de sobra una marca que en sólo 3 años ha disparado sus ventas y popularidad.

La empresa del "pequeño arroz" -su traducción literal del mandarín- se fundó en julio del 2010 y empezó a vender sus primeros smartphones -con sistema operativo MIUI, basado en Android- un año más tarde con precios imbatibles y unas prestaciones equiparables a las que ofrecen sus competidores en el fragmentado mercado chino.

Según la consultora Analysys International, en el segundo trimestre del año Xiaomi obtuvo una cuota de mercado del 2,5% en el gigante asiático, comparado con el 18,6% de Samsung y el 4,6% de Apple, y prevé vender hasta 20 millones de dispositivos este año. El 2012 comercializó 7 millones.

La empresa lanzó hace pocos meses el modelo "Hongmi" por US$ 130, un precio que según sus directivos "es igual o ligeramente inferior al coste del aparato pero que se rentabiliza con la comercialización de software y servicios".

Con una campaña feroz en las redes sociales y mediante la mayoría de sus dispositivos a través de su tienda online y de Weibo (el Twitter chino), Xiaomi ha revolucionado las técnicas de marketing y ha conseguido vender 50.000 smartphones en cinco minutos y 1,3 millones de reservas adicionales.

El cofundador de la compañía, Lin Bin, también ex trabajador de Google en su filial asiática, defiende que Xiaomi produce acorde a la demanda "para evitar que se desperdicien recursos".

La incorporación de Barra, que trabajó cinco años y medio en Google y tres más en la división de Android, se interpreta como un movimiento para internacionalizar la compañía. Barra será el vicepresidente de Xiaomi Global, encargado de supervisar su expansión internacional.

Analistas advierten de que la llegada de Xiaomi a otros mercados podría llevar a una mayor competencia en el sector y, quizás, a una rebaja generalizada de los precios de dispositivos de otras marcas.

Documental con su enfermedad

Para este mes se espera el estreno del documental "Hawking", que repasa la vida y enfermedad que afecta desde hace cinco décadas al astrofísico británico de 71 años. La ELA le impide mover voluntariamente sus músculos. Según adelantó "The Sunday Times", mientras el científico escribía su célebre libro "Breve historia del tiempo", en 1985, estuvo a punto de morir e incluso se propuso desconectarlo. Hoy dice que no teme a la muerte, pero agrega que tampoco tiene "ninguna prisa".

"el apple del gigante asiático"