El costo de la segregación urbana
El descontento de las personas con su entorno no es homogéneo en todas las ciudades, sino que se agudiza en las grandes áreas urbanas, las que han sido víctimas de su propio éxito y de las expectativas que se han generado en torno a ellas. Las migraciones campo-ciudad registradas hace más de un siglo, se detonaron por las oportunidades que ofrecían los centros urbanos: primero fue el acceso al empleo y luego se sumaron otros factores vitales para el desarrollo humano, como la educación, cultura y servicios.
Se fue configurando así una utopía en torno a las ciudades o un sueño urbano, que se mantiene vigente en quienes habitan o llegan a vivir a Santiago, Concepción, Valparaíso, Coquimbo-La Serena, Temuco, por señalar algunas grandes áreas urbanas, que también se han transformado en el nuevo hogar de migrantes estos últimos años.
Sin embargo, cumplir este sueño tiene un costo muy alto en la vida de las personas. Un trabajador de la construcción destina poco más de dos horas diarias a traslados en el Gran Santiago, cifra que baja a casi la mitad en una ciudad intermedia para alguien con el mismo oficio, según se desprende de un estudio del CEP.
Los tiempos de traslado se pueden optimizar con un transporte público eficiente, pero también acercando la vivienda a las áreas centrales de las ciudades. Hay que recorrer barrios del Gran Santiago, como Matadero-Franklin, o comunas como Recoleta o Independencia, para darse cuenta de que están subutilizadas habitacionalmente, ya que predominan edificaciones de uno o dos pisos. Un fenómeno que se replica en otras escalas en regiones. La respuesta frente a ello no es densificar con 30 o 40 pisos, pero sí hacerlo equilibradamente con opciones intermedias, a fin de democratizar la buena ubicación de la vivienda dentro de las ciudades y con ello reducir significativamente la segregación urbana.
Como Ministerio de Vivienda y Urbanismo, ya estamos avanzando en esa línea con distintas políticas públicas, puesto que no es aceptable que las personas destinen más de dos horas a traslados, con el alto costo emocional, económico y familiar que ello significa; o que los ciudadanos no cuenten con un acceso equitativo a servicios, equipamientos y espacios públicos. Según advirtió recientemente el Consejo Nacional de Desarrollo Urbano, solo 18 de 117 comunas cumple con el estándar de 10 metros cuadrados de áreas verdes por habitante; de ahí la urgencia, por ejemplo, de contar con una Política Nacional de Parques Urbanos.
Este y otros déficits urbanos son los desafíos que hoy guían nuestra agenda social, porque está en juego la calidad de vida y la felicidad que las personas esperan encontrar en las ciudades de Chile.