Alejandro Ahumada R.
En la navidad del 2012, el padre de una niña prematura danesa nacida en una cesárea de emergencia, escribió un correo electrónico a Josefine Hagen Solgaard, bloguera y tejedora. En su angustia por la condición de su hija, las enfermeras le habían dicho que los tentáculos de un pulpo pequeño podrían ayudar a la menor a recordarle el cordón umbilical del vientre materno, y con ello, contribuir a su recuperación.
Josefine aceptó y rápidamente con sus agujas y algodón en hilo tejió el primer pulpito terapéutico utilizado en un hospital. Así, surgió The Danish Octo Project, un movimiento solidario de tejedoras que hoy abastece a 17 hospitales de Dinamarca y Groenlandia, con más de 22 mil pulpitos entregados y que rápidamente -gracias a las redes sociales - se extendió por hospitales de todo el mundo.
Chile
A Chile llegó el 2017, cuando Myla Muñoz Varela buscaba por internet patrones para retomar el oficio de tejer que le había enseñado su abuela.
"Dentro de esas búsquedas encontré un blog en el que estaba la noticia de unos pulpitos solidarios que habían llegado a España", comenta Myla.
"Me interesó mucho porque decía que podía beneficiar a los prematuros. Empecé a buscar si en Chile existía esta idea. Me comuniqué con las personas encargadas en Dinamarca y en España para tener una orientación para replicarla acá y me respondieron muy rápido", recuerda.
Juntó a otras dos tejedoras -su madrina y una amiga- armó un grupo en Facebook (Pulpitos Solidarios Chile) y se dio a la tarea de buscar contactos en hospitales y clínicas de Santiago donde pudieran aceptar su iniciativa.
"Los primeros bebés en recibir pulpitos fueron de la Clínica Las Condes. Luego me dediqué a gestionar el parroquial de San Bernardo y de a poco pasando por procesos y protocolos de cada unidad neonatal fuimos creciendo. Ahora tenemos alrededor de 34 hospitales y clínicas en Chile donde entregamos nuestros pulpitos", indica.
Desde el 2017 el grupo en Facebook "Pulpitos Solidarios" creció y actualmente cuenta con cerca de 200 tejedoras activas en todo el país.
Organizadas con encargadas en cada región y coordinadoras de hospitales, las tejedoras han entregado más de 5 mil pulpitos en sus tres años de existencia. Todo gestionado en forma autónoma.
Pulpitos terapéuticos
En abril del 2017 Jonna Alfaro cursaba la universidad y esperaba en su casa a que pasaran los voluntarios del Censo por su sector. Mientras revisaba su celular, se cruzó con un anuncio en Instagram que buscaba tejedoras en Antofagasta para una iniciativa solidaria.
"Mi abuela me enseñó a tejer a los 15 años. Y yo usaba el crochet como una terapia. No me costó mucho hacer uno de prueba. Me puse en contacto con la administradora en Santiago y decidí asumir la responsabilidad en la región con el compromiso de no dejarlo porque siempre hay niños en la neo", afirma la antofagastina coordinadora del grupo "Pulpitos para bebés prematuros".
Si bien Jonna logró conformar un grupo de aproximadamente 20 tejedoras en la ciudad, con el paso del tiempo el entusiasmo inicial de las voluntarias decayó. Actualmente es la única activa. Pese a esas dificultades cuenta con orgullo que ha tejido más de 100 pulpitos para los niños prematuros del Hospital Regional.
"Trabajamos unas especificaciones de material y tamaño... Es un patrón bien riguroso para tejerlo porque se debe evitar que el bebé se haga daño. Hay que respetar el tipo de hilo, la calidad y el relleno porque después son esterilizados en el hospital", comenta Jonna.
Para Marcela Rojas, matrona supervisora de la UPC del Hospital Regional de Antofagasta, resulta importante integrar el interés de la comunidad por ayudar a menores que nacen con alto riesgo.
"Es muy importante para nosotras la colaboración de la comunidad. Hay una cosa de apego que vemos que se logra cuando la mamá abraza al peluche y lo dejamos en la incubadora. Creemos que es una iniciativa que ayuda, sobre todo cuando se trata de niños que nacen en una condición tan frágil", puntualizó.
"Iniciativa fue reconocida por Hospital Regional Alumnos de Obstetricia de la UA y adultos mayores que participan de talleres en el Cesfam Corvallis, también han tejido sus propios pulpitos en la unidad de neonatología del HRA. Por ello, la integración entre la comunidad y la labor que allí realizan fue premiada recientemente por el Comité de Buenas Prácticas del establecimiento por favorecer el desarrollo de niños y niñas prematuros que se encuentran hospitalizados.