Jazmina Barrera colecciona las luces de los faros
"¿Quién enciende y apaga la luz del faro? ¿Esa persona vive allí, duerme allí?", son preguntas que se hacía la escritora cuando comenzó su "Cuaderno de faros" (Montacerdos). Ese borrador lo acaba de publicar en Chile.
Según Jazmina, la palabra faro es, en realidad, un nombre. Viene de la isla de Faros, en la costa egipcia. Allá por el siglo III antes de Cristo, se había erigido una de las siete maravillas del mundo: el faro de Alejandría. Ese faro -de ciento treinta metros de alto- duró más de mil años, hasta que varios terremotos lo destruyeron.
Faro -añadió en "Cuaderno de Faros", la autora- es también una ciudad costera de Portugal y el nombre de una isla en Suecia donde filmó Ingmar Bergman. Sin que se liguen entre sí, los faros, y la palabra faro misma, resuenan como algo antiguo en el cuaderno de Jazmina. Muy poco sabemos hoy de ellos, cómo funcionan, quién los hace funcionar y si, con la irrupción de la tecnología, aún sirven realmente. Jazmina Barrera despeja varias preguntas y deja planteada otras.
Además, sus amigos le siguen enviando señales de luz por si acaso.
-¿Cómo empezaste a escribir "Cuaderno de faros"?
-Pues todo empezó por un viaje que hice hace muchos años a la costa de California, en Oregon. Allí fuimos a ver un faro a un pueblo costero. Durante ese viaje estaba leyendo, justamente, "Al faro", de Virginia Woolf. Pasaron muchos años, me dieron ganas de escribir sobre ese viaje y me puse averiguar sobre los faros por curiosidad general. Cuando empecé a leer sobre ellos (historias, literatura, funcionamiento o ingeniería, los personajes del farero o la farera) me entusiasmé y así el libro empezó a crecer solo.
-¿Qué te interesó de los faros?
-Tengo un alma medio melancólica y me gustan mucho las ruinas, la indagación en el pasado, y en ese sentido los faros me interesaron pues funcionan, con algunas ligeras diferencias, igual desde siempre. Ha sido la luz, aquello que guía a los marineros hacia la costa. Y lo que ha ido cambiando es la tecnología, la forma de encenderlo. O si hay o no personas para atenderlo. Es una tradición muy antigua, desde los celtas o los mayas, siempre ha habido faros, o algo como faros.
-Después de escribir el libro, ¿cómo observas los faros?
-Está en el límite, en el risco entre civilización y naturaleza. Es un poco las dos cosas: el farero está ahí contemplando el mar todo el tiempo, tiene que estar muy pendiente de los signos de la naturaleza y ser muy sensible a ella. Y, al mismo tiempo, debe estar ahí para salvar a las personas de la naturaleza, de lo que puede salir mal en ella.
-¿Ha cambiado mucho nuestra relación con el mar?
-Claro, ha cambiado, pero lo que más me impresionó cuando escribí este libro es notar cuánto no ha cambiado. En una parte del libro cuento que me encuentro un monumento a todas las personas que se han muerto en el mar en los últimos veinte años, pues la gente sigue muriendo ahí. El mar sigue siendo inhóspito, ya sea por los tsunamis o los peligros que viven los inmigrantes que cruzan el mar. Además, tenemos una relación muy extraña. Por un lado, estamos acabando nuestros recursos marinos, pues no sabemos explotarlos; y por otro, sabemos muy poco sobre los océanos.
-Mujer-mar-faros. ¿Qué hay en esa vinculación?
-Ha habido una vinculación, medio mística, entre la idea de lo femenino y el mar. Para Jung el mar siempre ha sido femenino. Al mismo tiempo, en muchas culturas el mar es el símbolo de la madre y, por supuesto, está la vinculación entre la Luna, las mareas y los ciclos de fertilidad de las mujeres. Por un lado, como decía, existe una simbología muy fuerte. Y por el otro, han sido los hombres quienes se han adentrado al mar: los marineros, los pescadores, incluso los fareros, aunque, últimamente, la profesión de las fareras ha ido en aumento. Pero, en realidad, durante toda la historia de los faros, en que los hombres vivían con sus familias en el faro, la mujer era tan farera como el hombre. Él tenía el título, pero ella lo ayudaba.
-Este libro es una recolección literaria sobre los faros: historias, citas de otros autores, referencias…
-Sí. Yo quería que este libro fuera una especie de gabinete de curiosidades donde pudiera poner todo lo relacionado con los faros.
-Luego de escribir "Cuaderno de faros", ¿has encontrado más referencias?
-Sí, ha sido inevitable. Desde que se publicó el libro la colección ha ido creciendo sola, porque la gente me manda referencias, libros o por ejemplo, me comentaron que está por salir una película con William Dafoe que se llama "El faro". Podría seguir escribiendo este libro para siempre. Lo único malo es que quiero escribir otros libros.
-Cuando escribías, ¿visitaste algún faro chileno?
-Visité un faro cerca de Valparaíso y mi faro favorito del mundo, que está en isla Magdalena, cerca del Estrecho de Magallanes. Allí lo único que hay es un faro y muchos pingüinos. Incluso pensé en escribir sobre él, pero era muy hermoso y el libro es, creo, un poco oscuro.
A Jazmina Barrera la criaron diciéndole que en su casa no llegaba la televisión, por lo que se dedicó a leer cada noche.
Por Cristóbal Carrasco
De curiosa, la escritora y editora mexicana Jazmina Barrera, emparejada actualmente con el escritor chileno Alejandro Zambra, comenzó un cuaderno donde recopiló todo lo que encontró sobre faros. Dio con una rica tradición histórica, literaria e ingenieril. Por ejemplo, la trama de la familia de Robert Louis Stevenson, compuesta por ingenieros y constructores de faros; el uso de la palabra en el mundo y las veces en que escritores, poetas e historiadores se han fijado en esa luz que ilumina la ruta de los marineros. Conoció también a los fareros, esos desconocidos administradores de los pocos faros que quedan en el mundo. Y visitó dos faros nacionales: uno en Valparaíso y otro, rodeado de pingüinos, en el Estrecho de Magallanes.
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