Acuerdo amplio y de largo plazo
Si alguien cree que hacer minería y sociedad será más fácil, está en un error. Ya tenemos pruebas de una creciente judicialización de casi todas las iniciativas. Lo anterior es más grande que solo el reclamo por los conmutados, que efectivamente provocan daño en la zona. El acuerdo debiera tomarse de manera amplia y consiguiendo un acuerdo de todos.
En más de un siglo y medio de actividad minera, la región ha crecido de una manera indesmentible, pero también es fundamental reconocer que hay incomodidades relacionadas con el desarrollo logrado.
La evaluación de lo obrado puede ser crítica u optimista, se puede estar satisfecho o solo concentrados en los déficits existentes, pero es evidente que la región cambió y los saltos adelante están allí.
La minería es muy relevante en términos económicos y así continuará, lo que esconde un problema, pues no hemos sido capaces de generar una nueva actividad y tampoco hemos consolidado un cluster potente en torno a la actividad.
Al tiempo, y ya lo habíamos postulado, por el tipo de desafíos que tiene la actividad y el territorio, exigen contar con un nuevo acuerdo que solo será posible si la autoridad, las empresas y la sociedad civil, representada en sus organizaciones más relevantes, sean capaces de consensuar un camino.
Lo anterior es más grande que el reclamo por los conmutados. Se debe erigir algo más amplio y de largo plazo.
Allí hay un desafío evidente y el asunto debe ser abordado desde lo público y lo privado.
¿Por qué?
Para beneficio del territorio y de la propia actividad minera que seguirá operando en la zona por muchas décadas más.
El asunto es que la sociedad es más compleja, cuestionadora y con menos tolerancia a los tiempos, lo que equivale a decir que muchos problemas, como la contaminación, uso del agua, el extractivismo, cambio climático, se verán agudizados en términos discursivos, porque son paradigmas nuevos.
La actividad minera debe entender esto y también ayudar a la construcción de una sociedad que sea más equilibrada, lo que hoy no existe en Antofagasta, porque contamos con una industria potente, pero no un Estado en la misma dimensión y menos una ciudadanía organizada. Sin ello solo se favorece el caos, los populismos y un daño a la paz social.
El súper ciclo se terminó, ahora las preguntas debieran ir por lado de qué harán todos los actores para ponerse de acuerdo y generar un salto más definitivo, consensuado y que dé garantías para todos.