Amor, agregadurías y literatura
"No existe modo de determinar la verdad en un caso como éste, más aún porque no existe declaración ninguna de la interesada".
El pasado 25 de diciembre, un periódico de circulación nacional publicó una nota acerca de lo preciado que resultaba el cargo de director de alguna de las 31 oficinas comerciales que mantiene nuestro país en el extranjero. Partía enunciando que de las 12 designaciones que realizó el actual gobierno, sólo una fue mediante concurso público y el resto fueron designaciones directas, según las facultades de que dota la ley a ciertos funcionarios de Cancillería y al mismo Presidente de la República. Del total de designaciones directas, sólo en un caso se trataba de una mujer, Fernanda Bachelet. Al día siguiente, el mismo medio publicaba una nota acerca de su currículum, familia y participación en sociedades comerciales y tres días después el periodista que participó en la elaboración de las notas, anunciaba por Twitter que tenía nuevos antecedentes acerca de la designación de Bachelet, ella había solicitado partir a Nueva York por amor.
Resulta sencillo entender que no existe modo de determinar la verdad en un caso como éste, más aún porque no existe declaración ninguna de parte de la interesada, pero podemos pensarla como literatura. El amor como uno de los tópicos o motivo principales de la literatura universal.
Tenemos, por ejemplo, la tragedia de Antígona de Sófocles. Antígona desafiando los mandatos de un rey que se llama Creonte, cuyo hijo, Emón, se encuentra enamorada de ella, se enfrenta al poder, dando sepultura a su hermano aún ante la prohibición manifiesta del Rey. Es encarcelada y cuando recibe el perdón del Rey, ella ya se había dado muerte, entonces Emón se abraza a ella y se da muerte también. Antígona ha sido leída como una figura fundamental del feminismo.
Otra historia interesante es la de Madame Bovary de Flaubert. Emma Bovary está casada con Charles, un médico algo soso, y es una gran lectora de novelas románticas que, de pronto, empieza a tener amantes y a contraer deudas. Abandonada y superada por las obligaciones, se dirige a la botica y bebe arsénico. Esta novela causó escándalo, en su época, pues no existió un narrador que moralizara la historia.
El gran Pedro Lemebel escribió la novela "Tengo miedo torero" que nos presenta el amor entre "La loca del frente", de orientación homosexual y Carlos, un joven chileno revolucionario. Ambientada en 1986, Carlos necesita un lugar donde planificar el atentado a Pinochet y arrienda una pieza en la casa de "La Loca del frente". Es interesante esta historia porque se da una relación en que ambos se empiezan a apoyar y a contagiar entre sí, de algún modo todo lo que tenía que ver con la militancia, la masculinidad de guerrillero se empieza a difuminar con el modo de ser de "la Loca" y al revés. Aparece el amor como un devenir, como un contagio, como una cosa que te pone en un trance de olvidarse de uno mismo y convertirse en el otro.
Así con el amor en la literatura y la posverdad. En tiempos de verdades codificadas, nadie pensó que quizás Fernanda Bachelet partió a Nueva York debido a la gran oportunidad de desarrollarse profesionalmente, aprovechando la alta remuneración que se le ofrecía. Quizás ella estaba pensando no en el amor, sino en Virginia Woolf cuando en su ensayo "Un cuarto propio" señala con mucha soltura, "De los dos -el voto y el dinero- me ha parecido mucho más importante el dinero".
Marcela Mercado
Gestora cultural