El silencio ante los cambios
Todas las industrias del planeta están en pleno proceso de cambio, uno de los más grandes y gigantescos de la historia. Ya nada será lo que fue. Entre la tecnología, cuánto espacio habrá para la discusión política y ética. Esta ha estado ausente casi por completo. La élite sigue silente de una conversación que cambia el mundo hacia rumbos desconocidos.
La denominada cuarta revolución industrial está transformando la economía y la política, el planeta, en definitiva- a una escala mayor y con una velocidad que sigue sorprendiendo a las mentes más ágiles. Tales modificaciones están marcadas por la convergencia de tecnologías digitales, físicas y biológicas.
La revolución sigue a los otros tres procesos históricos transformadores: la primera marcó el paso de la producción manual a la mecanizada, entre 1760 y 1830; la segunda, alrededor de 1850, trajo la electricidad y permitió la manufactura en masa. La tercera llegó con el arribo de la electrónica y la tecnología de la información y las telecomunicaciones. En rigor, el mundo que conocemos ya no es bastante ajeno.
La consolidación de vehículos autónomos a gran escala será un hecho antes de lo previsto, al tiempo tenemos una serie de aplicaciones están transformando el comercio y abriendo nuevos negocios que solo son posibles por esta realidad.
¿Serán necesarias las grandes tiendas en un escenario donde cualquier puede comprar directamente con un proveedor?
Cuestiones tan precisas como la publicidad están padeciendo las mismas transformaciones, con la irrupción de grandes motores de búsqueda y el perfilamiento que consiguen de cada usuario.
Los teléfonos son cada vez más poderosos, rápidos e inteligentes. Identifican ubicaciones, necesidades y gustos, generan ofertas. Comunidades como Facebook tienen más usuarios activos que la gran mayoría de los países. El mundo es más pequeño y cada vez hay más información que está obligando a leer a base de mega datos.
En algún momento obtendremos mapeos genéticos de nuestro cuerpo, con lo cual conoceremos qué riesgos y potencialidades tenemos, pero más aún, podremos corregir los males. Es solo cuestión de tiempo y la consolidación de algunos desarrollos.
Pero entre tanta tecnología, cuánto espacio habrá para la discusión política y ética. En concreto, está ausente casi por completo. La élite sigue silente de una conversación que cambia el mundo.
¿Cuánto tiempo más podremos resistir esa ignorancia y/o silencio de nuestros líderes?