Los rayados ocurridos en distintos sectores de las Ruinas de Huanchaca son muy difíciles de entender. Se trata de uno de los espacios más preciados de nuestra ciudad y del Norte Grande, es motivo de orgullo para el turismo y un referente en sí mismo de nuestra capital regional.
Estos hechos, incivilidades, tienen una construcción compleja en razón de que no parecen tener justificación fundada. Se trata de "marcas" que dejan sus autores a lo largo de la ciudad y que han llegado a niveles que por cierto son intolerables. Grafiteros actúan en espacios públicos y privados, en murallas, pero también en otros bienes de uso común, como paraderos y avisos para automovilistas y peatones.
Es un daño común, permanente, que no parece grave cuando es aislado, pero que en el conjunto genera una inmensa cantidad de perjuicio económico que deben asumir todos los afectados.
Una cuestión penosa y que debe enfatizarse es que tampoco tiene una épica que valga la pena explorar: Sus mensajes son pobres, la calidad es deficiente, son solo registros que apenas parecen manifestar, "yo estuve aquí". Poco más que eso.
Es cierto que el daño en las Ruinas de Huanchaca es impensable, pero también se observa en nuestros cerros, con leyendas "políticas", "deportivas", "religiosas" y hasta "saludos", como si se pensara que este escenario fuera tierra de nadie.
Y si bien, la ley sobre monumentos nacionales responsabiliza a los municipios respecto a su manutención, es sabido que los ayuntamientos tienen una muy escasa posibilidad de control sobre estos casos, que son protagonizados la mayoría de las veces por jóvenes que no son delincuentes comunes y que no ven el perjuicio causado por sus acciones.
Sería fácil caer en la tentación de pedir el aumento de penas que, en el papel, ya son altas. Por ejemplo, el sujeto identificado y confeso del hecho, arriesga una pena de presidio menor en su máximo grado, que varía entre tres y cinco años. También se considera una multa que oscila entre las 50 y 200 UTM, es decir, un máximo que asciende a los $9.632.000.
¿Es necesario más? ¿Hasta cuándo o dónde?