Inteligencia humana significa "leer por dentro", penetrar las apariencias, captar el común denominador, ver lo esencial en lo físico y en lo valórico. La inteligencia artificial ha llegado "aún" sigilosamente, su empoderamiento optimiza la eficiencia, y reduce los costos en personas y equipos, las operaciones son instantáneas. Encandila, anonada. Ya, nos miramos desde fuera del planeta donde se unifica la tierra, y se desprenden múltiples técnicas para la optimización de la calidad de vida.
Los best seller del historiador israelí Yuval Harari "Homo Deus" y "Sapiens" visualizan cómo el desarrollo llegaría a las puertas de Dios.
"Podemos transformar nuestros cuerpos, transcender nuestras limitaciones físicas mediante la fusión de la biología con la tecnología", el Genoma lo prenuncia. Este objetivo supone que lo orgánico es una sumatoria de sus partes, carece de unidad intrínseca de todo viviente. La vida misma es indivisible, si la divides se muere. Un cuerpo inerte lo divides y son sólo dos o más trozos.
Pero tal revolución tecnocientífica "desconectada de la conciencia" nos tendrá inevitablemente una sociedad desvertebrada. Todo lo vital, orgánico, será manipulable pues sólo es un resultado de sus algoritmos.
Se atisban tendencias sociológicas aislacionistas, las relaciones se virtualizan. Ante el mundo humano "problemático y febril" huimos a todo lo virtual que es fantásticamente disipador, sin amenazas…. Una dependencia "light" y seductora. De la inteligencia divina ¿qué captamos?:
El esplendor divino: su verbo hacedor, "hágase la luz", y todo cuanto existe empieza 14 mil millones de años, y la vida en nuestro planeta desde 4 mil millones de años, y la vida del despertar humano 2.500 millones de años. Desde estos últimos 200 años los seres humanos han cambiado sus vidas radicalmente, pero no aún su esencia social, con hambre y sed de paz y justicia.
La inteligencia divina selló al corazón humano para convivir, somos los únicos seres vivientes que somos erguidos para comunicarnos entre miradas y abrazos. Las próximas décadas la humanidad decidirá si se "transhumaniza", gobernada por sus propias creaciones pero escindida, ajena unos de otros.
El reverso de este medalla nos muestra que los seres humanos lo que más desean en sus vacaciones es estar bajo un árbol y compartir… mientras no se desate una hecatombe ecológica.
Pedro Aranda Astudillo
Académico universitario