Muchos podrán responsabilizar al centralismo, a la falta de recursos o a cualquier otro cuestión. Sin embargo, queda la impresión de que muchos de los problemas que afectan a la Región, en general, y a Antofagasta, en lo particular, tienen que ver con pésimos o deficientes manejos estrictamente locales.
El reciente vertimiento de aguas servidas en el sector sur puede ser una prueba de lo anterior. No es primera vez que ocurre; no es inédito que los vecinos enfrenten problemas por esta operación, sin embargo, las dificultades siguen ocurriendo: Cortes de agua, malos olores, interrupción de vías, entre otros.
Los alumnos del Liceo Industrial soportaron por más de un año episodios de distinto tipo con los malos olores, sin que nunca se supiera qué ocurrió, a pesar de las intensas, pero ineficaces fiscalizaciones y amenazas de sanción.
En el mismo plano, muchas obras que se prometen con plazos específicos, pero se atrasan o se entregan mal, sin que exista ninguna sanción por ello, o las mismas resultan de tan bajo monto que pasan a ser una anécdota de mal gusto.
Antofagasta sufre de manera permanente un mal trato desde lo privado y lo público y la comunidad resiste estoica, pero inmerecidamente. Solo así se explica, por ejemplo, que recién ahora se complete la carretera entre la capital regional y Calama, o que después de medio siglo renovaran el Hospital Regional.
Asimismo, se sigue esperando por la terminación de la avenida Pedro Aguirre Cerda, o una solución al ingreso de Salvador Allende y al puerto.
En el mismo margen, apreciamos cómo las empresas mineras deciden cambiar sus tratos para con el territorio y la autoridad guarde silencio, mientras apenas unos pocos ciudadanos levantan la voz.
¿Es este el trato que merece la ciudad y la región? Por supuesto que no, pero a esta altura queda la impresión que hay una tenue línea entre la tolerancia y la indolencia; entre la posibilidad del reclamo y una emoción que cae en el conformismo y el pesimismo.
Antofagasta merece más, la comunidad exige que las cosas se hagan bien y oportunamente. Esto es real compromiso y no mera publicidad.