Mujer, de nombre Diamela Eltit
Debo confesarlo: esperaba y deseaba que el Premio Nacional de literatura fuese esta vez para nuestro escritor nortino Hernán Rivera, quien bien lo merece. Sin embargo, al escuchar el nombre de Diamela Eltit, junto con la gran sorpresa, no pude menos que sentir profunda satisfacción. Primero que nada, una mujer, y mujer de peso. Que se lo ha leído todo, desde Marta Brunet hasta Mary Shelley, y desde Juan Emar hasta Lemebel, y que es capaz de hablar acerca de todo y si tiene que criticar, critica. Sabe lo que pasó y lo que está pasando, en Chile y en lugares lejanos. Conoce los dolores de la dictadura y sus consecuencias que aún persisten. Critica y también aprueba. Al leerla, una se queda pensando, y con ganas de conversar el tema con ella, esté de acuerdo o no.
Es persona valorada por quienes entienden o comparten sus apreciaciones. Algunos la critican porque "es difícil" o porque "no se le entiende lo que escribe". Y sus opiniones no son perdonadas cuando dice algo como: "El amor es el opio de las mujeres" y critica esa escritura femenina tan pegada a la piel que no logra desprenderse y trascender. Sin embargo, distingue y valora la escritura femenina.
El rector de la UTEM, Luis Pinto Faverio, acerca del premio a Diamela Eltit, dijo que no solo es un reconocimiento a su calidad literaria y a su trabajo creativo de tantos años, "sino a su dedicación por promover los derechos de las mujeres y a mejorar su condición de igualdad en nuestro país".
Esta chilena, reparte su tiempo entre Chile y Estados Unidos, donde trabaja como académica en la Universidad de Nueva York. "Yo podía vivir y morir sin el Premio Nacional de Literatura", dijo, "pero una vez que me lo otorgaron me sentí contenta". Para quienes apreciamos y disfrutamos la lectura, esta escritora es un orgullo. Para ella, "la literatura es un campo donde podría haber fuertes movimientos de cambio, de ajuste en los parámetros culturales". Esperemos que así sea.
Andrés Sabella
Cecilia Castillo