La pobreza del discurso en iglesias
Las confesiones, hace rato, están circunscritas apenas al debate valórico, pero al sexual. ¿No tienen nada que decir en otros planos? Católicos, bautistas, luteranos, pentecostales, por nombrar algunos, no aparecen en nada, no tienen propuestas para Chile, salvo juicios que suenan más a amenazas en contra de sus propios feligreses.
Quizás durante mucho tiempo se ha tolerado que las confesiones religiosas estén ceñidas a unos pocos asuntos que tienen más que ver con la vida privada de las personas, que con otros de mayor importancia para la sociedad. Aquí también debiera indagarse el por qué la población confía tan poco en estas instituciones.
Una pregunta simple puede desentrañar la pobreza discursiva que tienen hoy las distintas denominaciones. ¿Tienen sus líderes algunas propuestas para el desarrollo del país, de la integración, el cuidado del medio ambiente, de la migración, el fenómeno del consumo, la desigualdad, o la educación? Lo desconocemos, porque hace rato están circunscritas apenas al debate valórico y específicamente al sexual. ¿No tienen nada que decir en otros planos?
Esto se extraña, lo mismo que para el caso de los partidos políticos.
Habitualmente solo escuchamos quejas y amenazas que tienen que ver con el comportamiento íntimo de las personas, lo que termina en una cuestión muy reducida de lo que podría entenderse como la fe.
No puede desconocerse que buena parte del presente de la sociedad occidental tienen que ver con los logros del cristianismo y sus distintas denominaciones. América es un caso concreto. El continente es heredero de una tradición mayoritariamente judeo- cristiana, sin embargo, hace rato que los líderes eclesiales: católicos, bautistas, luteranos, pentecostales, por nombrar algunos, no tienen propuestas para Chile.
Podría advertirse que la búsqueda de esa uniformidad le ha hecho un daño enorme al ser humano, al dejar de entenderlo como el depositario original de la conciencia y de empujarlo hacia la búsqueda de ser un sujeto capaz de entender qué es bueno- correcto o malo- incorrecto. Las religiones -si las reconocemos como constructos muy complejos y elaborados- debieran operar en tales ámbitos, lo que implica, que deben intervenir en la discusión pública.
Pero esto exige también que la sociedad sea capaz de escuchar estas opiniones y dejar de apreciarlas como meros voceros de debates como el aborto, el matrimonio homosexual o el uso de preservativos.