Hunden La Covadonga
Es poco conocido el fin de la gloriosa Covadonga, que llenara de laureles a su capitán, Carlos Condell, luego de batir al coloso peruano "Independencia". En el combate naval de Punta Gruesa, a unas diez millas al sur de Iquique, el escaso calado de la nave chilena permitió cruzar bajíos insidiosos, rocas que detuvieron y averiaron el casco del acorazado peruano, que debió arriar su pabellón ante la imposibilidad de responder el fuego y el definitivo naufragio, con un alto número de bajas. Entre ellos, dos oficiales peruanos de apellido De la Haza, primos del triunfador Carlos Condell de la Haza.
Pero el destino de la Covadonga, pequeña cañonera con casco de madera, botada en astilleros españoles el año 1859, estaba escrito. Y la muerte subió a bordo en el puerto peruano de Chancay, cuando la nave chilena -ahora capitaneada por Pablo de Ferrari- cañoneaba los puertos del litoral peruano, apoyando las operaciones chilenas, que los enemigos denominaban "de merodeo".
Pero el 13 de septiembre de 1880, una treta de los marinos peruanos dejó en evidencia la poca cautela de los tripulantes de la vieja Covadonga. Una atractiva embarcación -un yate de lujo para la época- apareció al garete en las aguas del puerto de Chancay y el capitán Ferrari dio la orden de apresarlo, contraviniendo disposiciones del alto mando. Remolcado el yate hasta la popa de la nave chilena, los tripulantes iniciaron maniobras para izarlo a bordo. Pero la embarcación era un verdadero "cebo explosivo", que estalló cuando estaba a punto de ser puesto sobre cubierta, en la toldilla. La explosión mató al propio capitán Ferrari y otros 31 marineros. El daño en el casco fue tan severo que la gloriosa Covadonga se fue al fondo del mar en cosa de minutos. Parte de los tripulantes sobrevivientes fueron rescatados por la cañonera "Pilcomayo", en tanto que los náufragos que nadaron hasta la playa, fueron hechos prisioneros por el ejército peruano.
¡Qué doloroso final para la gloriosa Covadonga!
Jaime N. Alvarado García