Pedro Lemebel vuelve
Nuevos libros con entrevistas y reediciones recuperan la trayectoria del escritor y performista que sacudió la escena cultural chilena de los últimos años.
Pedro lemebel falleció en enero de 2015.
Un asteroide impactó la literatura chilena de los ochenta: Pedro Lemebel. Empezó fuera de la palabra: intervino el espacio público con Las Yeguas del Apocalipsis -junto a Francisco Casas-, en performances absolutamente inolvidables. Y, como escritor, también fue inolvidable. Dedicado especialmente a la crónica ("La esquina es mi corazón", "De perlas y cicatrices", Zanjón de la aguada", "Tengo miedo torero") alcanzó a entregar en vida libros de lenguaje recargado y vida callejera, que como no eran libros tradicionales algunos colegas no los tomaban en serio. Roberto Bolaño lo supo ver. El autor de 2666, de paso en Chile y ya reconocido en España, lo levantó lo más alto que pudo como la voz única que era.
Muchos lectores también lo hicieron. Fueron seducidos por una prosa escrita con el ánimo de sobrevivir, difundidas en radios, periódicos y revistas, con tantos ejemplares de las compilaciones vendidos en librerías como pirateados en las calles. Mientras su nombre esté en la cuneta es imposible que esté olvidado. Revisamos acá dos libros que se vienen, entre varios. Porque nuevas ediciones también se aprontan en Argentina: la editorial Mansalva publicará "Lemebel oral: 20 años de entrevistas", a cargo del escritor Gonzalo León, y antes de fin de año una novela de Francisco Casas, que narra tangencialmente el fallecimiento del cronista. Planeta en tanto, repondrá en noviembre los relatos del inhallable "Incontables", libro urdido en el taller de Pía Barros.
"No tengo amigos, tengo amores" (Alquimia), construye un relato a través del testimonio en entrevistas de Pedro Lemebel. Se hizo cortando fragmentos de las respuestas que dio a distintos medios de distintos países bajo ejes temáticos. Este libro es montado por Guido Arroyo y Macarena García. Ambos editores habían hecho similar trabajo con Gonzalo Millán y Adolfo Couve, respectivamente. Más de setenta entrevistas son recortadas. El libro estará disponible durante el mes de octubre.
García revela que "Lemebel era un gran entrevistado. Era cuñero, era muy difícil regularlo. Pese a que su escritura es de derivas mantiene la punta, por eso pensé el tema de los tacos en mi epílogo. Empecé a ver fotos y en su funeral encima del ataúd había un zapato rojo".
En la obra de Lemebel "No tengo amigos, tengo amores" el autor -según Macarena García- da hartas luces, especialmente en un capítulo que comenta cada uno de los libros.
"Tiene consciencia de sus condiciones de producción tanto en la literatura como en el arte. No sabía que era tan consciente de las mediaciones de los textos. Siempre de un registro oral a un registro escrito, de las radios a salir en muchos diarios, textos que se dejan manosear, los libros son una extensión terminal. Articula un enorme alcance de los textos, fuera de lo que llamaba "edificio fálico" de la literatura.
-Coherente supone una cualidad moral en las personas, no es algo que aplique para pensar en Lemebel. Él era mucho más dandy. Se planteaba desde la contradicción. Está siempre desmarcándose de sus convicciones e inventando otras. Es coherente en sus contradicciones. Eso sí.
-…que tengo que comer". Jugaba a la diva y al mismo tiempo a la proleta, que ya es una contradicción. Pero hasta el final iba a almorzar a La Vega.
-Lemebel se llamaba Pedro Mardones, como su papá. Manda un cuento a un concurso, se lo gana y resulta que es un cuento totalmente homosexual. Llaman a su casa y contesta su papá, que también se llamaba Pedro Mardones y se sintió avergonzado. Entonces adopta el apellido Lemebel, que tiene este dejo medio afrancesado. Y al mismo tiempo lo remite a un linaje femenino familiar que viene con un apellido inventado. Siento que Lemebel era súper astuto en mezclar todo el tiempo obra y vida, lo mismo que en sus crónicas, son biográficas y al mismo tiempo no lo son, es todo performático. Toda su vida está hecha de historias.
-Yo creo que para Lemebel la política era otra forma de literatura. Era suspicaz frente a la escena y los recursos políticos. Yo lo llamaría de otra manera: calle, acción y comunidad. No militó. Era una conciencia política radical, pero la política y el mundo de los partidos era para él chimuchina, fuera de su fidelidad con el Partido Comunista.
-Estaba muy halagado porque Bolaño lo trató como "el mejor poeta de Chile". A Lemebel le gustan mucho más los poetas que carretean que los narradores que dan lata. Lemebel admiraba a Bolaño y yo creo que Bolaño admiró genuinamente a Lemebel. Él mismo contó que se juntaban a cagarse de la risa, pero que Bolaño estaba muy ácido en ese tiempo sin tomar y ni fumar y Lemebel estaba totalmente desbandado. Igual me sorprende, porque Bolaño atacó a amigas de Lemebel y él se lo perdonó. A mí me hace mucho sentido que Bolaño haya visto una invención de la lengua chilena en Lemebel, así como lo hizo Raúl Ruiz o Nicanor Parra.
La periodista y crítica de arte Catalina Mena conoció el trabajo de Lemebel a fines de los ochenta. Era ella una escolar que alcanzó a ver sus performances. En los dos últimos años de vida del cronista comenzaron a chatear. Él ya estaba sin voz, lo que dio pie a una premiada entrevista. Mena no quería interactuar en vivo con Lemebel, porque "le tenía miedo. Si lo veía caminando por Lastarria yo atravesaba a la vereda del frente, para no tener que saludarlo. Él sabía de mi vida, porque sabía todo de todo el mundo. Era genuinamente interesado en todas las personas, en los cahuines de la gente. Era alguien que manejaba un montón de información, porque se mezclaba en distintos mundos, tenía una superficie de contactos muy amplia, a diferencia del escritor cerrado".
La cercanía virtual de Lemebel con Mena ahora es literaria, porque, fallecido el cronista, Catalina se dedicó a compilar una gran cantidad de fuentes y testimonios para interpretar su obra y construir "Pedro Lemebel" (Hueders) un perfil biográfico para llevar en el bolsillo de la chaqueta.
Mena explica su motivación: "Lemebel infiltró la cultura. Tuvo efectos tan potentes en la política, en la vida sexual, como símbolo de movilidad social. Es un ícono para las clases populares, en el mismo mundo de la literatura, como fue para Bolaño y otros escritores, también en las artes visuales. Toda esa influencia la tuvo cuando estaba vivo. Yo lo comparo con Violeta Parra, pero a Violeta cuando estaba viva no la pescó ni el gato".
-Su mamá era católica practicante. Y Lemebel tenía una relación con los signos, con el mundo simbólico: la religión le interesaba por eso. A él también le interesó hasta el final la marihuana, el ayahuasca con los daimistas (culto sincrético del Amazonas). Siempre le interesaron los símbolos de tránsito, que trasladan a otros estados. La Iglesia de La Recoleta tiene su propio mito, el "Príncipe de los mendigos". A Lemebel le encantaba esa historia, y el mismo "Príncipe de los mendigos" le vendría bien como apelativo. Nunca habría sido dogmático de nada, era un iconoclasta.
-Yo no pude entrevistar a la familia, nunca me pescaron. Fui súper libre en la manera de hacer el libro, los que me pescaban me pescaban y los que no, no, porque a lo mejor va a haber gente que va a decir no estoy. No perseguí a nadie. Lo que sí sé, porque me lo contó Jaime Lepé, que eran amigos de adolescencia, era que Lemebel era súper apegado a su mamá, que siempre tuvo una relación muy cercana. En los chats escribía que soñaba con ella, que le decía "vente po", y Lemebel le respondía "no huevís, si no me quiero ir tan luego tampoco". Siempre le gustó estar con mujeres, viejas, feministas. Los hombres tenían más conflicto en relacionarse con homosexuales. Él no creía en las categorizaciones de género, era "queer" antes que existiera el concepto en la literatura.
-En la parte final de tu libro mencionas muchos proyectos que se realizan en torno a Lemebel. ¿Recomiendas alguno?
-Lo de la Joanna Reposi. Ella estuvo como diez años trabajando, muchas de las escenas las hicieron los dos, ella tiene fotos de niño, un montón de material de archivo. Hicieron escenas donde Lemebel hizo show para la cámara de la Joanna, él participó en la dirección del arte de las escenas. No toma tanto la parte literaria, sino la parte plástica de Lemebel, su visualidad, la construcción estética.
Joanna fue súper generosa conmigo, yo no había ido al funeral y ella me prestó grabaciones del funeral. Las ficciones pueden funcionar o ser un desastre. Ella construyó la ficción en el documental pero los materiales son reales, el personaje es un Lemebel vivo.
a agitar su pañuelo
Una mezcla de cosas
Mis libros son una mezcla de cosas; un cebiche mixto literario y popular.
Hay un gran porcentaje de material inédito, yo diría que la mitad. Aunque para mis lectores, volver a leerme en formato libro es otra cosa, otro encanto. Como todas mis crónicas se parecen por su lenguaje metafórico, a veces se confunden unas con otras, los adjetivos danzan con los sustantivos en una orgía de letras.
Eso es mi escritura, un desvío iletrado.
Me gustaría hacer una antología pirata de Pedro Lemebel, y sacar los mejores textos de mis libros y directamente para que se piratee.
-¿Por qué crees que ahora ha surgido todo este interés?
Porque hay un mercado que vende lo indio, lo marica, lo perverso y lo exótico
latinoamericano. Hay un mercado que vende eso, tanto en las letras como en la música.
Lo que me indigna es que ocupan todos mis libros para hacer sus reportajes televisivos y ni siquiera me nombran, yo nunca existí. Esto lo vengo haciendo desde los 80, ya sea en la Punto Final, la radio Terra o La Nación. Todo el mundo me leía, pero le costaba decir en público que gozaba secreta y morbosamente de mis textos paganos. Hoy en cambio, es políticamente correcto leer mis libros y hasta ministros de Estado dicen leo a Lemebel. No tengo la moral para atacar o censurar a los vendedores de textos piratas, también trabajé en eso. Cunetié, arranqué de los pacos… Me emociona ver mis textos en la calle, subir a un taxi y que el chofer me lo muestre -el libro, claro- en una versión pirateada. Esto permite que mis libros tengan otro recorrido, más inesperado. Hay mucha gente que tiene miedo de entrar a una librería. De hecho, yo nunca he comprado un libro en una librería, a lo más me lo he robado.
"Lemebel era súper astuto en mezclar todo el tiempo obra y vida", dice macarena García.
Lemebel
Catalina Mena
Hueders
(Sin número de páginas aún)
8 mil
Macarena García y Guido Arroyo (Editores)
Alquimia
120 páginas
10 mil
No tengo amigos, tengo amores
Por Cristóbal Gaete
inventarse el apellido
-¿Se mantiene coherente el relato biográfico de Lemebel en las entrevistas?
-A los piratas le dice "No me quieran tanto…".
-Estas entrevistas explican el origen, que parece cuento, de su nombre artístico.
-¿Qué era más importante para él: política o literatura?
-¿Cómo definirías su relación con Bolaño?
Chateando con Lemebel
-Explícanos la relación que tuvo con la Iglesia.
-Reconstruyes el impacto que tuvo el fallecimiento de la madre en la vida de Lemebel, un carrete que duró diez años.
"Empecé a ver fotos y en su funeral encima del ataúd había un zapato rojo", cuenta Macarena García autora de "No tengo amigos...".
CARLA PINILLA GRANDÉ
Fragmento del libro "No tengo amigos, no tengo amores"
Por Pedro Lemebel
YASNA KELLY
Me emociona ver mis textos en la calle, subir a un taxi y que el chofer me lo muestre -el libro, claro- en una versión pirateada.