El periodista antofagastino de 31 años, Fernando Aguilera, tenía una vida relativamente normal trabajando en medios de comunicación de Santiago y Viña del Mar. Todos los días manejaba su auto y realizaba la misma rutina. Solo variaban los casos que reporteaba dependiendo de la contingencia.
Hasta que un día decidió realizar un cambio drástico en su vida para -como dice- ir en busca de la felicidad, o de aquello que pudiera hacerlo sentir libre. Fue así que tras más de un año y medio de planeación, se aventuró a recorrer pedaleando Latinoamérica.
Su viaje, que empezó cruzando el Paso de Aguas Negras por la Cordillera de los Andes hasta Argentina, lo llevó más tarde a Bolivia y Perú en una travesía que duró casi 17 meses. Hoy, de vuelta en Antofagasta, para pasar las Fiestas Patrias con su familia, este antofagastino ya piensa en la segunda etapa de su viaje, que comenzará en Panamá (a finales de octubre) y que terminará en Medellín, Colombia, para Año Nuevo.
¿Qué te motivó a empezar este viaje, solo?
-En un principio lo que más me motivó a hacer esto fue una búsqueda interna de lo que yo quería hacer, encontrar la felicidad; además me complicaba un poco el paradigma social que establece el ritmo en el cual debemos vivir día a día. Por eso busqué una vía de escape a través de la bicicleta, para poder conocer muchas culturas y lugares increíbles.
En entrevistas anteriores manifestabas que habías partido con un poco de temor por lo limitado de tus recursos para este viaje, pero has demostrado que para viajar no es necesario contar con mucho dinero...
-Es verdad. En un comienzo tenía mucho miedo de que el dinero que llevaba se me acabara. Pensaba en cómo lo iba a hacer para seguir sustentando el viaje. Estaba solo. Pero después, a medida que el viaje fue avanzando, comencé a entender que el dinero no es tan importante como se cree, que solo es un medio para conseguir cosas.
Me di cuenta que lo único que realmente necesitaba, y necesitaré en unas semanas más para continuar con mi viaje, era comida. Porque la comida se transforma en energía en mi cuerpo y me permite seguir pedaleando en mi bicicleta. Tuve experiencias donde trabajé solo por un techo y un plato de comida, y estaba bien.
¿Después de tu paso por Antofagasta, cuándo y dónde continúas tu viaje?
-Llevo cinco días en la ciudad. Vine particularmente a sacar mi pasaporte, porque en el tramo que me toca enfrentar a fin de año, que es Centroamérica, y particularmente en Panamá, lo necesito sí o sí. Había estado viajando solo con mi carnet, con el cual no tuve demasiados problemas para atravesar la mayoría de las fronteras, pero ahora necesito pasaporte para continuar.
Planeo retomar mi viaje donde dejé mi bicicleta, que yo llamó el "Engendro". Esto es en Trujillo (Perú), a 400 kilómetros de Ecuador, en la frontera con Tumbes. Ahí retomaría mi travesía a mediados o final de octubre. Quiero terminar los kilómetros que me quedan de Perú, cruzar Ecuador y como objetivo final de este año estar en Medellín, Colombia, para el 20 de diciembre, Navidad y Año Nuevo.
¿Te esperan amigos allá?
-Sí, tengo muchos amigos. Eso ha sido una de las cosas más positivas del viaje. Me ha entregado, además de paisajes increíbles, muchos amigos de todos lados, de Venezuela, Estados Unidos, de Canadá, franceses, italianos y colombianos. De hecho, en Medellín están algunos amigos con los que estuve trabajando en Cusco, Perú. Y me invitaron a pasar las fiestas en Colombia, me dijeron que era algo que no me podía perder y no pienso hacerlo.
Estructura
Fernando, tienes 31 años. Según el ritmo los cánones de la sociedad actual, ya deberías estar pensando en un trabajo estable, formar familia y comprar un auto. ¿Cómo ves el hecho de estar pensando todavía en viajar?
-La verdad es que yo vivo mi día a día como si fuera el último. Trato de aprovechar el tiempo con la gente que realmente me importa, dedicarle tiempo a mi familia y amigos, y al proyecto que tengo entre manos (viajar y subir contenido a su canal de Youtube "feñabiciados", además de realizar charlas sobre sus viajes), porque para mí este proyecto es la forma de comunicarle a la gente que hay cosas que si bien parecen imposibles, se pueden hacer.
Pienso que no es tan necesario estudiar, terminar la universidad, casarse, tener un perro o comprarse un auto. Que cada uno puede vivir como se sienta más feliz. Eso es todo. Al final, nacemos ignorantes y la idea al morir es hacerlo siendo menos ignorantes, por eso es tan importante conocer las experiencias. Ahí está la verdadera ganancia, más que en el dinero neto.
¿Cuál ha sido la experiencia más importante que te dejó la primera parte de este viaje?
-Para mí es el tiempo. Es complejo, muchas veces no somos dueños de nuestro propio tiempo cuando vivimos bajo un sistema metódico de trabajo. No nos damos cuenta de que se nos pasa la vida esperando una situación, nos posponemos, siempre decimos que el próximo año voy a hacer esto y al final no ocurre.
Pienso, creo, que uno siempre debe afrontar esa situación, decir que yo voy a lograr que pase, si yo quiero cambiar algo, voy a hacerlo. Es como la canción de Calle 13 que dice que si uno quiere cambios verdaderos, hay que caminar distinto.
"Además de los paisajes increíbles, este viaje me ha dado amigos de todos lados y nacionalidades. Es más, estoy invitado a pasar Año Nuevo en Medellín, Colombia". "Pienso que no es necesario estudiar, casarse, tener un perro y comprarse un auto para ser feliz (...) que basta solo con realizar algo que te aporte alegrías, aunque sea sencillo"."