Peinados
Frente al espejo, me vino a la memoria un divertido episodio: Andrés Sabella, ocupando un escritorio en la redacción de "La Estrella del Norte", compartiendo con el equipo de prensa. Hablábamos de peinados, entre risas, recuerdos y comentarios. Dada su avanzada calvicie, el colega David Halabí no participó del entretenido intercambio. Con su jopo sobre la ceja izquierda, Héctor Segura reconocía las bondades de la gomina. Compartía con Roberto Rubio la misma inquietud: ambos eran "tiesos de mechas", aunque éste intentaba amansar sus greñas con el uso frecuente de su peineta. Recordamos la gomina "Brancato" y esos modestos sucedáneos, hechos con las pepas del membrillo. Eran fijadores caseros que -incluso- no descartaban el uso del limón. También salió al baile la recordada "Brillantina", que ponía lustrosos reflejos en los más opacos cabellos… Y hasta le regalaba un profundo aroma a colonia. Abundaron las risas cuando hablamos de la "laca", fijador asperjado que hacia durar -hasta una semana- los peinados "nido", que lucían las féminas.
Generoso en recuerdos, Andrés evocó sus años infantiles, reconociendo el uso de la gomina, para mantener ordenadas sus "chascas". Y trajo a la memoria las horquillas, los pinches y los peines, que sujetaban las frondosas cabelleras de sus tías. Hablamos de los bigudíes, de "ondulines" y de la socorrida "permanente" que regalaba boucles a destajo.
Sigo en el espejo y el recuerdo parece revivir la voz de mi abuelo Pedro… "Vaya a peinarse de nuevo: esa partidura parece huella de carreta". Severo, me advertía que "la partidura debe ser recta, como la conducta del varón".
El espejo devuelve mi imagen añosa. Solo peino canas, pero la partidura es recta, como me lo recalcó el abuelo Pedro. Me imagino con cabellera "rasta" y siento escozor. Me veo peinado como Arturo Vidal y se me escapa una sonrisa. La cabeza se ha convertido en un escenario para lucir modas, estilos, colores.
¿Qué diría Andrés? -me pregunto.
Jaime N. Alvarado García.