El aumento de la población en un mundo de recursos finitos, es un enorme desafío para toda la humanidad. Lo normal es pensar que tenemos un descalabro en ciernes, por la cantidad de comida que podemos disponer, por los efectos ambientales que tendrá tal incremento y por el esfuerzo económico y de trabajo que lleva la consecución de tal objetivo.
Sin embargo, de manera paralela, la revolución tecnológica que tiene el mundo no tiene comparación con ninguna otra situación de la historia. La revolución tecnológica en biotecnología y la automatización basada en la inteligencia artificial, entre otros, abren una enorme oportunidad para distintos tipos de desarrollo.
Otro aspecto muy relevante es que se trata de tecnologías que no son de difícil acceso. Aplicaciones ya inventadas, que abren escenarios posibles. Por ejemplo, la automatización de vehículos abre chances para la minería a distancia, cuestiones en las que trabaja Codelco y que debieran dar luces pronto.
El mundo que conocemos, no es el mismo, ya hay síntomas inequívocos de transformaciones sustantivas: Las máquinas -cada vez más inteligentes- están reemplazando aquello que los humanos solo hacen por repetición. Esto quiere decir que muchos empleos desaparecerán, miles o millones y serán creados otros, pero que inevitablemente exigirán una forma completamente distinta de desenvolverse.
No hay opción; ese es el camino. El empleo pasó a ser una especie de commoditie y solo la diferenciación logrará hacer que el desempeño sea único, como una especie de producto irreplicable.
Naturalmente lo anterior exigirá adecuaciones legislativas, donde deben analizarse, desde la economía y la política, esta nueva realidad, pero siempre teniendo presente que el mundo del trabajo sufrirá transformaciones como nunca antes en la historia.
No es cuestión de querer sumarse o no; se trata de adelantarnos y aprovechar todo lo posible las modificaciones que están en pleno desarrollo. La riqueza futura de las sociedades está en juego en esta gran ola de cambio planetario.