Mónica Sanders
Explica Salvador Reyes: "Así es el mar: parece que sus tropeles furiosos obedecen sin cesar al látigo del viento, sin dar un minuto de tregua al pobre navío que desaparece en la vorágine y emerge luego temblando de la quilla al mástil. Sin embargo, el caos del huracán y del agua está sujeto a una especie de ritmo, y este impone unos minutos de calma después de una sucesión de tres olas furiosas".
Quién más que Salvador Reyes para mostrarnos el Alcatraz, un buque ballenero, que pasa frente al dique, y los remolinos del remo desparraman círculos dorados sobre las aguas. El ballenero sigue avanzando, algunas gaviotas revolotean en torno a la boya, mientras otras se quedan quietas como si les importara el paisaje. Trabajan los hombres, no hay tiempo que perder…
"Vieron la proa del "Alcatraz" que remontaba las olas y que caía después como para clavarse en la montaña de agua que venía a su encuentro. Cabeceo y balance en que cabían todas las variaciones posibles del movimiento, pero que el barco ejecutaba con agilidad, como adelantándose al empuje de la ola y esquivando con gracia su castigo."
Pero, en la mitad de la novela, el capitán, Julio Moreno, luego de conocer al periodista Percy Roy, se enamora de su esposa, y ella, la hermosa Mónica, le entrega también muy pronto, su corazón. El ballenero avanza y se cruza con otros que también recogen las riquezas generosas del océano. Mientras leemos vamos sintiendo que estos humanos, sólo son los protagonistas de la novela que lleva el nombre de Mónica Sanders, pero todo el tiempo algo nos guía y muestra que el dueño de la historia es el mar. Porque el mar puede más que nada, más que el amor y la entrega de una mujer. Ella es apasionada, intensa, atrevida; pero las olas son más poderosas.
Y Reyes predice: "Llegará el día en que no haya ballenas en los mares y con eso habrá terminado otro capítulo en la epopeya decreciente de la acción humana en pugna con una Naturaleza que era virgen".
Cecilia Castillo