Pasadas las 13:30 horas del jueves Donald Trump se tomó la pantalla de un local en Mejillones. La noticia, presentada con un generador de caracteres coreanos, es una rareza visual para los comensales chilenos que ordenaron yakisoba (tallarines fritos) a una mesera boliviana. Así luce cotidianamente el "Restaurante Comida Coreana", que atiende a los últimos coreanos (valga la redundancia) de la comuna.
En 2011 cientos de personas migraron desde Corea del Sur a la zona por razones laborales, para trabajar en las faenas de una nueva termoeléctrica. El arribo fue tan grande, que el municipio instaló señalización en coreano para reducir los accidentes de tránsito, pues no entendían los símbolos chilenos.
Tres años después, en ese mismo contexto, el chef y microempresario, Wong Hon Lee, instaló su propio local de comida para sus compatriotas, quienes se sentían disconformes con los platillos y las constantes demoras en servicios chilenos. Una apuesta arriesgada, especialmente para alguien que no habla español, incluso tras once años en Chile.
Historia
Según recuerda el exalcalde Marcelino Carvajal, en ese entonces había aproximadamente 500 coreanos en la comuna, quienes se instalaron en sus propios campamentos. De hecho, todavía pueden encontrarse peluquerías con sus nombres escritos tanto en español como con los cuadrados caracteres coreanos.
"Que alguien vea posibilidades económicas en costumbres de otros países y se instale con un local de comida, era muy interesante. Cuando apareció, mucha gente por curiosidad fue a visitarlos. El flujo de ellos en algún minuto de verdad era alto, iban mucho en la noche y el día", recordó Carvajal.
Antes de llegar a Mejillones, Wong Hon Lee vivía en la Región Metropolitana, donde atendía negocios similares en Santiago y Recoleta. Allí también hay muchos migrantes surcoreanos, sin embargo, decidió cerrar todo tras escuchar sobre los proyectos en Mejillones.
"Este restaurante iba a ser para coreanos de las termoeléctricas. Primero partió bien el negocio, mucha gente y muchos coreanos, pero desde 2016, casi a medio terminar el proyecto, se fueron, y aquí en Mejillones mucha gente desconoce nuestra comida", contó.
Éxodo
El emprendedor solo conoce algunas frases en español, cuando no entiende recurre al traductor automático de Google.
El problema se subsanó tras la llegada de su hijo Jung Wang Lee, quien arribó al país hace dos años para colaborar en el negocio de su padre.
"Quedan como quince o veinte coreanos trabajadores. Más o menos diez viven en Antofagasta, acá hay aproximadamente diez y viven todos separados", lamentó Jung Wang.
En efecto, desde la compañía Korea Southern Power Corporation (Kospo), una de las que participó en la construcción de la termoeléctrica Kelar, cuentan que en sus oficinas solo quedan seis trabajadores de Corea. Solo uno de ellos sabe hablar español.
Por su parte, Jung Wang aprendió rápidamente el idioma, pues se forzaba a hablar con los clientes chilenos para entender sus pedidos.
"Los conocidos sí vienen todos los días, comen ramen o yakisoba, porque les gusta. Ellos piden mucho eso último", comentó.
Los precios del negocio rondan entre los $2.500 y $11.000, en su mayoría platos asiáticos, aunque también han debido incorporar opciones más "tradicionales" al menú, como pollo y papas fritas.
Noche
Pese a las complicaciones para atraer nuevos clientes, los propietarios no han decidido cerrar el local. Esto porque el negocio cobra nueva vida a partir de las 19 horas, cuando los últimos coreanos han terminado sus faenas y se reúnen tras el trabajo.
En ese momento se habilitan dos salas exclusivamente para coreanos, quienes allí pueden participar en largas sesiones de karaoke.
Así lo comentó Katherine Yepes, una mesera boliviana que llegó a trabajar dos meses atrás desde Antofagasta.
Si bien lleva poco tiempo y todavía depende de Jung Wang para atender pedidos en coreano, cuenta que su compañera ha aprendido a manejar ese idioma.
"Aún no sé preparar (los platos), pero los nombres y cómo se pronuncian sí. Mi otra compañera de la noche ya sabe como hablar, saludar y todo porque ella ya lleva tiempo, dos años", comenta.
Durante la noche el restaurante funciona hasta las 23 horas en las habitaciones posteriores, aunque con menos público que hace unos años (entre diez y doce personas).
Las dos coreas
Tanto Jung Wang como Wong Hon se informan de las noticias de su país a través de YTN News, un noticiero surcoreano que sintonizan a través de internet y que conectan a la televisión principal del local.
A través de éste han seguido el proceso llevado entre las dos Coreas, naciones que recientemente acordaron avanzar hacia la paz y la desnuclearización. El hito los alegró mucho, aunque aún tienen algo de desconfianza.
"Nos parece muy bien y para todos los coreanos es mejor futuro, pero tengo mucha preocupación. La paz es muy buena para los coreanos que pasaron casi 70 años en guerra, pero Corea del Norte dice muchas mentiras. Hace 20, 30 y 40 años igual, primero hacen bien y después disparan sus maquinarias", concluyó.
11 mil cuesta el plato más caro del local, aunque también existen alternativas más económicas. Los platos más baratos para llevar cuestan desde los $2.500.
11 años vivió Wong Hong Lee en Chile antes de fundar el local en 2014 para vender alimentos a los trabajadores de las empresas termoeléctricas de Mejillones.