La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (Ocde) entregó dos muy interesantes informes relacionados a Chile. En el primero daba cuenta que el país había logrado superar la trampa de los ingresos medios y, evidentemente, a consecuencia, anunciaba que decidía sacarlo de la lista de países receptores de ayuda internacional.
¿La razón? Chile superó el umbral de ingreso de 12.500 dólares per cápita fijado por el Banco Mundial, es decir, consolidó un desarrollo que lo ubica en una posición expectante. La cifra es alta -debe decirse-, pues el ingreso promedio del mundo llega a los US$8 mil, mientras en el país, en realidad, estaría más cerca de los US$14 mil.
Pero vamos por parte. Respecto de la "trampa de los ingresos medios", la teoría implica que los países con emolumentos en tal margen parecen estancarse en el proceso de subdesarrollo. Según la Ocde "a medida que los países de América Latina alcanzan niveles de ingreso medio, el crecimiento puede experimentar una desaceleración duradera, asociada a la necesidad de encontrar nuevos motores de crecimiento económico para avanzar hacia niveles más altos de ingreso".
En resumen, Chile habría abordado correctamente aquello. Y las razones son bien precisas, para el organismo multilateral: La calidad de las instituciones públicas y la apertura al comercio son dos de los factores principales para que un país logre superar esa "trampa".
Se trata de una excelente noticia, a pesar de que hay efectos que analizar. Pero de fondo, lo relevante, es que se reconoce que sucesivos gobiernos han hecho bien las cosas; hay más triunfos que errores y eso es palpable, solo recordando qué condiciones tenía el país hasta bien entrada la década de los 80.
No nos engañemos. No hay recetas mágicas para alcanzar el desarrollo, esto pasa por la seriedad de las instituciones, alejarse de los populismos, respeto a la democracia, inversión en educación, ciencia y tecnología, combate a la corrupción y trabajo.
En eso, el país ha conseguido avances bastante notables que deben reconocerse, ampliarse y profundizarse para bien de todos. Aún hay mucho por hacer.