El notable triunfo alcanzado por el filme "Una mujer fantástica" en los premios Oscar -uno de varios otros obtenidos- dejó dos consecuencias llamativas: Primero, el impacto que tiene el arte en la sociedad y en segundo término, el marcado nacionalismo de la sociedad chilena.
Indudablemente son muchos más aspectos, como el mismo tema que retrata la película: La marginalidad de grupos sexuales en Chile y en todo el mundo, pero nos detendremos en los presentados.
A partir del triunfo comenzaron a promoverse, con mayor fuerza, las demandas de estas minorías porque se les reconozca en plenitud. Daniela Vega, ha insistido en el asunto, también el Movilh e incluso el recientemente nombrado ministro Gonzalo Blumell.
La idea es modificar la ley para regularizar la situación en la que viven, por ejemplo, las personas transexuales.
Esta realidad existe hace mucho tiempo, sin embargo la creación de Sebastián Lelio, e indudablemente el influjo de su triunfo, potencian la demanda.
Queda bien en claro que el arte se nutre de la realidad, pero una creación artística también es capaz de transformar lo que le rodea y este es el verdadero poder de quien construye cultura.
Por otra parte, están los nacionalismos. Los chilenos, en su gran mayoría, festejan el triunfo y lo ven como propio, a pesar de que muchos no estén a favor, ni solidaricen con lo expuesto por el filme.
¡Curiosa paradoja!
Sin embargo, este es el mundo de hoy; repleto de eventos contradictorios, pero que son capaces de convivir, en la medida que hay fuerzas mayores que actúan como verdades y amalgaman las diferencias.
Chile tiene una industria cultural bien llamativa, de aquí han surgido portentos de las letras y la música, a pesar de las dificultades, especialmente económicas; cuestión que ha sido al mismo tiempo, aparece como una piedra relevante sobre la cual se construye el propio sentido de identidad y nación.
Veremos hasta dónde se llegará con todo y si la clase política será capaz de entender el Chile más desconocido que parece aflorar.