Nuestro poeta Antonio rendic
No importa cuántos libros ha publicado el Dr. Antonio Rendic, esquivando oropeles y vanaglorias: lo que importa es que, ahora, aparece el último de los suyos, "Soledad", como el más exquisito resumen de su ternura:
"¡Qué soledad la mía tan curiosa! / Tú siempre estás conmigo. Y una / rosa tuya y mía a la vez-entre los dos. / Su aroma tiene un celestial frescor"/
La soledad que lo angustia es la de su amor de hombre solo, en abandono por la muerte de su compañera, incomparable en sus desvelos y en sus venturas. Es la ausencia de Amy, noble novia de sus años de estudiante y esposa admirable que lo ayudó a cumplir con los demás y con su propio sino de poeta, la que lo lastima:
"Cómo pesa su ausencia y como abruma./ Todo ante mí en la soledad se esfuma / y se pierden las sombras"./
Quien vivió -y vive- en misión de amor para con sus semejantes, sufre este desamparo, aceptándolo, como una prueba más de Dios para el fuego de su corazón. El poeta no lo ignora y lo sublima en estrofas que nos penetran, como flechas de oro ensangrentado:
"Tuve un hogar Señor, un hogar santo / y una mujer a la que quise tanto/ como nadie ha querido. Hoy no está:/ Duerme al arrullo de la eternidad"./
El dolor del poeta es vencido por su voz. Es en la poesía donde encuentra la victoria de sus lágrimas. Por la delicadeza del soneto, salva sus llagas y se eleva en diáfanos sentimientos, confortándose y regalándonos versos que destacan en gracia verbal y en riqueza interior:
"Silencio. Soledad. Y ella distante, / ¿Dónde, en qué astro del azul, radiante?/ Lejos, muy lejos de mi corazón"/
Este es el don de Antonio Rendic: su poderosa reserva de alma, la que permite la cotidiana terneza de médico y su cotidiana faena de artista:
"Gracias, Señor, por todo lo que hiciste,/ por hacerme feliz pero estoy triste,/ triste por esta soledad amarga"
"¡Soledad de amor desgarrado, pero no vencido! /"
"… Los días pasan / Y los recuerdos sin cesar abrasan"/
Antonio Rendic ofrece en estos sonetos, de dulzura y profundidad, la altura más noble de su verbo: cada estrofa parece la urna transparente en donde se guarda el latido de los corazones enamorados de Vida y Poesía:
"Hazme un hueco a tu lado, tan pequeño / que sea más que un hueco, como un sueño / y un santuario de paz en vez de fosa".
(Publicado en El Mercurio el 26 de septiembre de 1982)