Amanda Teillery aborda los temas que no se tocan
En su primer libro de cuentos, "¿Cuánto tiempo viven los perros?", la autora se sumerge en las relaciones familiares complejas, en los tabúes y en la clase alta. Lo empezó a escribir cuando estaba en el colegio.
Si hay un vínculo entre la universidad y la creación literaria, no tiene por qué ser aquel que se promueve en las facultades de escritura creativa. Muchos escritores se forjaron y nacieron en talleres y programas literarios, pero la universidad es también el espacio donde las convenciones de la adolesencia y la infancia parecen perder sentido. Amanda Teillery (Santiago, 1995) entró a la carrera de Escritura Creativa sin saber que en ella encontraría una nueva forma de entender los relatos que escribía "desde siempre" sobre la gente que la rodeaba: muchachas de colegios privados, familias de clase alta que se separan, psicólogas que apenas pueden sostener una sesión, padres de familia desdeñados por venir de comunas periféricas. En todos esos personajes parece existir la tensión de algo que ya no encaja como antes.
Teillery publicó esos relatos en su primer libro, "¿Cuánto tiempo viven los perros?" (Emecé Editores). "Los empecé a escribir en el colegio, en tercero o cuarto medio", cuenta, y agrega: "En realidad yo escribía desde mucho tiempo antes, pero cuestiones o temas de niña chica; fue en tercero medio cuando cambié y mandé un relato a un taller literario. Quedé en ese taller y seguí mejorando. Luego, en la editorial, presenté una compilación de los relatos y la gran mayoría quedó ahí, pero además escribí un par que son más nuevos".
-¿Por qué decidiste estudiar Escritura Creativa?
-Escribía desde siempre y no se me ocurría qué otra cosa estudiar. Además, pensé, no me iba distraer: estudiar otra cosa me iba a quitar tiempo para leer. Por otro lado, en la carrera es obligatorio tomar talleres literarios, pero no solo lo que te acomodan, porque, por ejemplo, también debes tomar poesía, a diferencia de narrativa, que era lo que me interesaba. Y así salir de la zona de confort me ayudó harto. Además, aprendí mucho sobre escritores.
-En tus relatos hay un interés constante por la clase alta. ¿Qué te interesaba de ese mundo?
-Lo que me pasó es que cuando comencé a escribir estaba en un colegio privado, muy burbuja, y no conocía a más gente que mis compañeros de colegio y de otros colegios con los que me juntaba. Escribía un poco sobre lo que me pasaba, pero no reflexionaba sobre aquello: era como "esto es la realidad". Luego entré a la universidad, conocí a más gente y pude reflexionar sobre lo que antes consideraba como real; ahí pude observar los privilegios que yo tenía y no me daba cuenta. Por eso hay varios cuentos en que no se toma de manera crítica el tema de la clase, pero en los cuentos más nuevos hay una crítica mayor de esa diferencia.
-¿Y qué te parecen otros autores que han tratado el tema, como Fuguet o Donoso?
-Donoso me gusta y fue, en alguna medida, una inspiración. A Fuguet lo leí en el colegio también y también se convirtió en una referencia. De todas formas, eso me daba un poco de miedo, porque no se ha escrito tanto sobre ese tema, entonces sentía que me podían atacar.
-¿Y has sentido eso?
-No. A a gente que lo ha leído no le ha molestado el tema o la referencia a la clase. Lo que sí me han dicho es que se han sentido muy representados con su familia o su colegio.
-¿Crees que los personajes que retratas se parecen a los de Fuguet o Donoso?
-Creo que con Fuguet puede haber más relación, porque él escribió en los noventa. "Mala onda", por ejemplo, puede aplicarse. Es probable que hubiera conocido a gente como sus personajes. Pero Donoso es más antiguo y en sus personajes la clase alta es mucho más cerrada y tradicional. Aún existe esa clase, pero hay más mezcla.
-Otra de las cuestiones que los emparenta es su interés por las familias. ¿Por qué te interesaste en esas relaciones?
-En todos los cuentos que escribí los temas principales son aquellos que no se dicen, o no se tocan, por un tema de estatus o porque los personajes están acostumbrados a que ese tema está prohibido. En las familias, por ejemplo, funciona con la manera en que ellas se relacionan con los problemas cuando no hablan de los problemas. Para mantener la imagen, entonces, no se permite hablar de ellos.
-Tus relatos conjugan esos silencios con la dureza de las cosas que les suceden a los personajes.
-Sí. Cuando leo algo, me da la impresión que cuando menos énfasis existe sobre algún evento brutal, se vuelve más impactante: que el mismo narrador lo diga como si nada más te choca. Yo no quería agregar o narrar eso: si algo era muy dramático, al decirlo se perdía el valor de lo que realmente significó para el personaje y cómo lo vivía. Para los personajes sus tragedias nunca fueron habladas, sino que cada uno se las guardaba. Es la forma en que cada uno se relacionan con sus tragedias.
-¿Qué opinas acerca del aumento de literatura escrita por mujeres en Chile?
-Que haya surgido tanta literatura escrita por mujeres facilita que uno se atreva a escribir. No es solo que existan más representantes, es que se atreven, en sus libros, a tocar temas de mujeres que antes no se tomaban en serio; ahora sus libros pueden considerarse como literatura que se puede tomar en serio. Ya no está ese tabú de que las mujeres cuando hablan de sus problemas lo hacen para dueñas de casa. Por eso me gustaron Paulina Flores, Arelis Uribe o María Paz Rodríguez.
-¿Y crees que hay una sensibilidad o un foco común?
-Creo que, más bien, se atreven a mostrar esa sensibilidad, se permiten más hablar de ella. A diferencia de los escritores hombres, por ejemplo, que van por una senda que tiene que ver con lo intelectual.
-¿Tuviste otras lecturas importantes para escribir tu libro?
-Creo que el tema de los silencios me inspiró mucho Henry James. Por otro lado, me gusta Alice Munro, sobre todo en el tema de la constancia que hay en los pueblos de ciertas cosas que las mujeres no pueden decir porque es la costumbre no decirlo. Lo interesante, de todos modos, es que hay problemáticas que existen en la tradición literaria que aún se siguen manifestando, como la clase social, el aparentar, las familias o sus conflictos, o el no hablar. Como en Proust, por ejemplo.
Amanda teillery tiene como referentes literarios a josé donoso y alberto fuguet.
"¿Cuánto viven los perros?"
Amanda Teillery
Emecé Editores 148 páginas
$10.900
Por Cristóbal Carrasco
Alfonso Gonzalez Ramirez