Derrotados en las elecciones o, más raramente, conscientes de haber tenido un día muy malo, muchos políticos deben ahora defenderse solos. ¿Hay vida después de la política? Es la pregunta existencial que plantea hoy la cohorte de los golpeados, despedidos, "liberados", al final de una competición política fuera de las normas... Que es sin piedad.
Desde las primarias hasta las recientes elecciones, este año ha visto un número récord de cabezas de serie caer en toda la escena política. Empezando por el candidato Guillier. Algunos, como Tarud, Escalona o Zaldívar, habían anunciado que sería para ellos el fin. Ya sabemos que no es verdad. Pero para la mayoría de los vencidos, ahora deben comenzar a pensar urgentemente en marzo que se ya aparece.
Algunos ya han dado vuelta la página. Y miran hacia nuevos horizontes. Sobre todos los derrotados de la derecha que ocuparán cargos en el nuevo gobierno y a los más molestos les espera una embajada - es más fácil para ellos. Pero no todos están felices. "Es increíblemente el vacío, después de cuatro años intensos, nada, me encuentro solo", dice en privado un socialista obligado a regresar a su profesión.
Muchos están buscando trabajo. El perfil de los diputados debe distinguirse del de los ministros. En su mayor parte, los primeros son extraños. Su reconversión es difícil. Tienen un nombre en su zona, no más. Pocos han estado a la luz en el Congreso. En general, solo pueden regresar a su profesión original, médicos, abogados, porque no han adquirido nuevas habilidades.
Un exministro puede unirse a un bufete de abogados o trabajar como asesor del presidente de una empresa en su directorio. ¿Pero pueden convertirse en empleados "normales" de nuevo? Primero deben digerir el golpe que recibieron por fallar. Y olvidar el oropel del poder que molesta a los fantasmas internos.
Deben finalmente aprender cómo perder y aceptar el declive, la salida de la escena, pero también sentir el horror del vacío de quienes fueron los hombres políticos que han estado al frente de un partido o que han gobernado Chile durante años. Creen haber aportado sueños y esperanzas, también han atraído la envidia y la desconfianza. Y, tarde o temprano, inevitablemente, llegaran a un compromiso con el fracaso de su proyecto o al final de una carrera comprenderán que el poder solo desgasta a quien no lo tiene.
Cristian Muñoz
Historiador