Decir que hay justificadas esperanzas en el desarrollo del litio para Chile no es caer en el triunfalismo vacío. Los antecedentes permiten el optimismo, en tanto se trata de un mineral cuya demanda se ha multiplicado en los recientes años, un fenómeno que se mantendrá en el mediano y largo plazo.
El país tiene el 52% de las reservas mundiales de litio, a lo que se suman las existencias en Bolivia y Argentina, pero se había quedado atrás en este negocio, lo que se ha recuperado en parte durante el último tiempo. Con todo, más que la cantidad extraída, es la posibilidad abierta de industrializar ese commoditie en Chile y en Antofagasta; aquí hay un camino que bien conducido puede significar un salto de magnitud.
La opción de industrializar el litio surgió tras la firma del acuerdo entre Corfo y Albemarle (ex Rockwood Lithium), donde se estableció que parte del litio extraído desde el Salar de Atacama -hasta un 25% de su producción- se debe procesar en Chile mediante la fabricación de productos que permitan exportar mercancías de mayor valor agregado y desarrollar una industria vinculada a este mineral.
La firma norteamericana inauguró la Planta 2 en el sector de La Negra -con una inversión de US$450 millones- y se espera que la tercera fase de ese enclave -que requerirá entre US$400 y US$500 millones- esté en plenas operaciones el año 2020.
Así, la oferta de carbonato de litio grado batería aumentará de 24 mil a 44 mil toneladas anuales ahora y hasta 82 mil toneladas anuales con la tercera fase.
De esta forma Chile empezará a consolidarse como uno de los principales países productores de carbonato de litio grado batería en el planeta, fenómeno empujado por el notable desarrollo de la electromovilidad y la demanda por baterías para teléfonos móviles, tablets y otros dispositivos.
Pero hay que prepararse para ello. Chile debe asumir un rol más activo en la atracción de inversiones de estas características. Es esto lo que nos permitirá avanzar en desarrollo y las universidades tienen un rol.
El litio puede ser una palanca muy potente en lo simbólico para una nueva fase de producción minera mucho más inteligente que sí es posible concretar.