Piure de Antofagasta
Sin considerar las sugestiones que produjeron los vapores, la historia de los puertos es un continuo desplazamiento. La apertura de los mercados o el comercio transoceánico pueden ser elementos para entender la vida viajera de una mercancía que no se pensaba transportar.
Hacia 1840 los primeros vapores de la Compañía Inglesa de Navegación en el Pacífico no se detenían en Antofagasta ya que era Cobija el puerto principal de la zona. En pocos años se comienza a efectuar los primeros embarques de cobre por caleta Coloso, en balandras y pailebotes que llegan hasta Caldera. En 1868 arriba el primer vapor al puerto de La Chimba, el Perú, al mando del marino inglés W.H. Blunfield.
En el cargamento del barco, elementos de ferretería, estanques, carbón, forraje, víveres, caldero e insumos para instalar la primera máquina condensadora de agua que abastecería las faenas en el salar del Carmen. Nada se sabía aún del piure de Antofagasta.
Los científicos reconocen hoy que Pyura praeputialis no es una especie relicta que habitara en la bahía tras la separación de las placas continentales, hace unos sesenta millones, sino que provendría de Australia o Sudáfrica. Según el biólogo Juan Carlos Castilla, es probable que el peregrinaje de esta especie hasta las costas de Antofagasta haya sido adosada a los barcos que llegaban a cargar salitre y que solo una especial circulación de las aguas le habría permitido su crecimiento y desarrollo exclusivo en el litoral antofagastino.
Hoy las camas de piure no son escenario del relato de infancia pues desde que se instalara en lo roqueríos su extracción ha sido desproporcionada… La incrustación del piure, su exceso en el intermareal, ha conformado un nuevo gran hábitat de especies -gaviotas, lapas, pilpilenes, jaibas. Es una biodiversidad relativamente reciente que ha generado nuevas dependencias, legado de los agitados días del salitre.
Nota: En Cuerpo del convite, de Benjamín Ballester y Alex San Francisco, arqueólogos.
Ballester / San Francisco