La contaminación acústica es uno de los problemas ambientales que más identifica la ciudadanía. Así ha quedado demostrado en las encuestas del medio ambiente que realiza desde hace un par de años nuestro Ministerio, y por otra parte, en las denuncias que recibe la oficina regional de la Superintendencia del Medio Ambiente, que solo el año 2017, ha recibido 37 denuncias que representan un 46% del total de las recibidas.
Actualmente contamos con normas que nos permiten regular y disminuir las emisiones de ruido, como por ejemplo, la norma de emisión de fuentes fijas, la norma de emisión para vehículos de locomoción colectiva o la norma de emisión para vehículos livianos y motocicletas.
Hace un par de meses, se conocieron públicamente las medidas provisionales adoptadas por la Superintendencia del Medio Ambiente (SMA) contra tres pubs del sector del Parque Croacia de nuestra ciudad, las que buscaban bajar los ruidos y que los locales presentaran un plan de acción para mejorar su aislación acústica de forma permanente y dar cumplimiento a los niveles permitidos en el D.S. 38/2011 que regula los ruidos.
En esta zona, calificada por el plano regulador de Antofagasta como barrio residencial, los ruidos máximos nocturnos pueden alcanzar hasta 45 decibeles, mientras que en la fiscalización realizada por la SMA se constataron ruidos de hasta 68 decibeles.
Por su parte, el municipio de Antofagasta cuenta con una Ordenanza (Nº 4, de 2009 sobre Prevención y Control de Ruidos Molestos) que rige en toda la comuna y que regula todos los ruidos producidos en la vía pública, calles, plazas, paseos públicos, en el espacio aéreo, centros de reuniones, etc. y cuya fiscalización queda en sus manos y en la de Carabineros de Chile.
La contaminación acústica es un problema que preocupa, nos afecta, pero que sin embargo, es producida en muchas ocasiones por nuestras propias actividades. Expertos precisan que este contaminante invisible, a determinados niveles, puede generar estrés, pérdida de audición, alteraciones del sueño y dificultades de convivencia, sólo por nombrar alguno de sus efectos nocivos. Por tanto, debemos ser parte de la solución y comenzar a adoptar medidas que favorezcan nuestra convivencia y bienestar personal y familiar.
Felipe Lerzundi Rivas
Seremi de Medioambiente