Presidenciales: a mejorar sus ofertas
Las posturas de los ocho postulantes a La Moneda no traen mayores sorpresas; es más, siguen entrampados en discusiones que poco tienen que ver con el mundo de hoy. El desapego de la política también tiene que ver con la oferta de los propios candidatos. La gente debe percibir debilidades y sentir que esas promesas no hacen sentido a sus nuevas demandas.
Hasta el momento el nivel del debate político no ha estado a la altura esperada. En especial en la referida a la elección presidencial. Es cierto que los postulantes han manifestado su opinión de distintos tópicos, sin embargo sorprende malamente el nivel de exposición de los mismos, la liviandad y la ausencia de buenas ofertas, coherentes con la historia y conectadas a lo que ocurre en el mundo.
Por lo pronto, hasta ahora buena parte de los candidatos busca hacernos creer que los problemas del país pasan sólo por respuestas de índole interna. Nada más equivocado y alejado de la realidad.
Los grandes fenómenos del planeta son precisamente mundiales: La economía, el cambio climático, la amenaza terrorista, las migraciones, la consolidación de los extremos políticos, las críticas a la globalización, entre otros.
Son cuestiones complejas, difícilmente resolubles por un solo país y con una capacidad de metamorfosis que a esta altura, no debiera sorprendernos.
Eso no está bajo apreciación y tampoco cuestiones con las que lidiamos de manera recurrente. No sabemos, por ejemplo, cuáles son sus impresiones del libre mercado, la robotización, redes sociales, la relación con China, Estados Unidos... o incluso con países vecinos como Bolivia, Perú y Argentina.
Se repiten frases, pero queda la impresión que no hay mayor educación ideológica y política, que no existe una reflexión profunda de lo que es Chile y el mundo en la actualidad, o qué fuerzas y poderes están actuando. Allí hay mucho espacio para mejorar.
Hasta ahora la discusión sigue entrampada en los paradigmas clásicos de izquierda y derecha, más propios de fines de siglo pasado, lo que con certeza equivale a decir que no parecen entender que las sociedades están en dinámicas diferentes y exigen acciones del Estado en niveles ad-hoc a ello.
Es cierto, la incertidumbre campea en el mundo, pero es precisamente la clase política la que debe liderar para navegar en estas aguas, diseñar planes, entender las transformaciones y ser una oferta atractiva para el mundo. Aquello debe entenderse mejor.