V. Toloza Jiménez
"En lugar de trabajar para conseguir el poder a través de un golpe armado, debemos taparnos las narices y entrar al Parlamento como oposición a los diputados católicos y marxistas. Si superarlos en votos lleva más tiempo que superarlos en disparos, por lo menos el resultado será garantizado por su propia constitución... Tarde o temprano alcanzaremos la mayoría, y después de eso Alemania".
La frase de Adolf Hitler debió ser recordada por más de alguien después que la extrema derecha germana regresara al Congreso -Bundestag- de ese país. AFD, Alternativa para Alemania alcanzó el 12,6% de los votos, se instaló como la tercera fuerza política del gigante europeo y todo merced a una campaña nacionalista y contraria a la inmigración.
"No queremos entregar a Alemania a una invasión de extranjeros de cultura diferente. Así de sencillo", apuntó Alexander Gauland, el líder de un partido que no es sólo de nacionalistas. También hay "euroescépticos" y desencantados con la socialdemocracia germana.
Sin dudas, globalización, nación, cultura, religión, lenguaje, tradición, economía, extranjeros. Estos conceptos se han vuelto cada vez más recurrentes en una agenda mundial que no deja de sorprender.
¿Qué explica el auge de estos movimientos y opiniones radicales en el planeta? Los expertos enfocan su atención en dos fenómenos interrelacionados: Las incomodidades que produce la globalización y el efecto implosivo-explosivo de las migraciones, factores demasiado relevantes para entender el mundo.
Los otros
Desde la incomodidad que produce la 'otroriedad', sólo así puede explicarse esta especie de contagio, una especie de dejá vu por el nacionalismo más clásico y una reacción alérgica al mestizaje que parece proponer la globalización.
Debe recordarse el antecedente: Donald Trump, el actual presidente norteamericano basó buena parte de su discurso en ataques certeros contra los extranjeros ilegales.
"Tendremos fronteras fuertes otra vez. Los criminales, la gente mala-mala, entrará en prisión. Pero en su mayoría, se irán fuera de aquí. ¡Los llevaremos al lugar de donde vinieron!", dijo en febrero de este año, a poco de asumir su cargo.
El Brexit -la salida del Reino Unido de la Unión Europea- también se explica en buena parte por este fenómeno. La campaña se concentró en enfatizar los perjuicios sufridos por Gran Bretaña por la migración y la unión a Europa continental.
A poco de asumir, la actual primera ministra británica, la conservadora Theresa May, propuso severas medidas en contra de personas que provengan de fuera de la Unión. Entre otras, incrementar los ingresos mínimos que deben acreditar los inmigrantes para pedir visados para familiares, "endurecer los requisitos" para entregar visados a estudiantes y subir las tasas a los extracomunitarios para utilizar la sanidad pública.
Marine Le Pen, líder ultraderechista francesa, y segunda en los recientes comicios que ganó Emmanuel Macron en el balotaje, es aún más dura. "Quiero poner fin a la inmigración, legal e ilegal", dijo en un debate poco antes de los comicios.
¿Más ejemplos?
Geert Wilders estuvo a poco de liderar Holanda con promesas que incluían prohibir el Corán -al que compara con el 'Mein Kampf' de Hitler-, encerrar de manera preventiva a musulmanes radicales, cerrar las fronteras a todo solicitante de asilo e inmigrante procedente de países árabes y salir de la Unión Europea.
"Holanda tiene que volver a ser nuestra", afirmaba mientras estaba en campaña.
Más cerca, en Salta, Argentina, el diputado independiente de ese país, Alfredo Olmedo instó al Gobierno de Mauricio Macri a seguir el ejemplo de Trump y construir una barrera física entre Argentina y Bolivia.
"Si hay un delincuente que entró, de Colombia, de Paraguay, del lugar que sea, se tendrá que volver a su casa, no le vamos a pagar la cárcel", dijo.
Y hasta en Chile hay quienes abogan por lo mismo. Uno de cada seis antofagastinos tiene una mala imagen del fenómeno inmigratorio (Mori- IPP 2017), un resultado que sería una catástrofe en el Viejo Continente.
Más cambios
La globalización parece estar incomodando. La competencia ha hecho caer industrias, moviliza personas y cambias usos y costumbres.
Y allí aparece la derecha más extrema que sigue creciendo en el planeta.
Cristian Zamorano, doctor en Ciencias Políticas y académico de la UA, reconoce el asunto, lo que tiene que ver -estima- en gran parte con la precarización del empleo en el mundo desarrollado y los miedos que hoy existen respecto al impacto que tienen los inmigrantes en la economía y la cultura.
Muchos creen que los seres humanos somos xenófobos, por naturaleza, o producto de la cultura. Le tememos a lo distinto y el fenómeno globalizador conlleva todo lo anterior, sostiene.
Francis Espinoza, doctora en Ciencias Políticas y Relaciones Internacionales, ahonda el punto. El "otro" -el migrante- comienza a ser visto como una amenaza, lo que ella ha apreciado cada vez con mayor fuerza en el Viejo Continente.
El sociólogo César Trabucco recuerda que junto al fenómeno de globalización apareció el de regionalización, una especie de respuesta al cambio epocal, donde comienza a aparecer la nostalgia por el "estado- nación" que desaparece con la globalización. Lo anterior equivale a reconocer que hay una molestia en parte de la población, una añoranza de que el pasado fue mejor.
Es por esta razón que el auge de la extrema derecha hace sentido en quienes ven en el pasado tiempos de bonanza y eventualmente identifican en los inmigrantes un símbolo de la sociedad actual.
El asunto se complica cuando también provoca dificultades en la izquierda más tradicional que deja de sintonizar con las nuevas demandas que aparecen en una sociedad obligada a lo liberal, según lo cita Zamorano.
El concepto de nación se repite -explica Trabucco- en el entendido que éste implica territorio y cultura, lo que se repite en prácticamente todos los casos.
Sin embargo hay detalles distintos. La extrema derecha actual no es la misma de los años 30 y 40. Un caso concreto es AFD, que no se vincula al nazismo. Alice Weidel, una de las líderes del movimiento es economista y exfuncionaria de la consultora global Goldman Sachs, además de homosexual.
Zamorano puntualiza que una enorme diferencia respecto de la extrema derecha clásica es que parece que hoy, respecto a lo económico, estos grupos no parecen tener una propuesta clara, ni menos viable, en un planeta altamente mundializado.
Es decir, pensar en desarrollos hacia adentro y soslayar el actual estado de cómo funcionan las cosas es impensable, acota.
In crescendo
Tanto Espinoza, Trabucco y Zamorano, apuntan que este fenómeno seguirá incrementándose en el tiempo, en la medida que no se comprenda qué está pasando.
En el Viejo Continente el asunto es más complejo considerando el efecto de grupos radicales que usan el Islam como chapa. Los atentados en Paris, Londres, Manchester, Barcelona, Madrid, entre otras ciudades, hacen que todo sea más complejo, al multiplicar la molestia contra la migración.
Y a esto se suman los pendientes económicos. Un caldo de cultivo para ideologías nacionalistas.
Es indudable que en el país, la situación es distinta, pero hay cosas que se repiten.
Espinoza sostiene que a nivel local, las singularidades están determinadas por la migración, pero una distinta a la acostumbrada, ya que ocurre desde el propio continente, a diferencia de otras anteriores, que provenían desde Europa u otras partes del globo, cuestión que revela cierto grado de incomodidad chilena, al observar a los europeos como una especie de capital humano avanzado y con cierto desdén a los extranjeros sudamericanos.
Al tiempo, la asociación del extranjero con la pobreza, la pérdida de trabajos, la delincuencia es algo que seguiremos escuchando.
El punto es educación -enfatiza la académica-. En Europa se están haciendo esfuerzos en tal sentido, pero muy poco en Chile y estos espacios hay que ocuparlos.
Zamorano coincide. La educación de la población es fundamental para prevenir cuestiones más peligrosas, incomodidades que pudieran estar larvándose en silencio.
"Hay que repensar la globalización. Hay buenos discursos, buenos análisis y deberemos contar con buenas respuestas", definió Trabucco.
El Fondo Monetario Internacional define la globalización económica como un proceso histórico, el resultado de la innovación humana y el progreso tecnológico. Se refiere a la creciente integración de las economías de todo el mundo, especialmente a través del comercio y los flujos financieros. En algunos casos este término hace alusión al desplazamiento de personas (mano de obra) y la transferencia de conocimientos (tecnología) a través de las fronteras internacionales. La globalización abarca además aspectos culturales, políticos y ambientales más amplios. Todos los analistas sostienen que este tipo de desarrollo es el origen de las complicaciones actuales.
¿Clave? La globalización
"La derecha que estamos observando no es la misma de siempre. Esta no tiene un programa de desarrollo".
Cristian Zamorano, Doctor en Ciencias Políticas"
"Las posturas se van a radicalizar, vamos a un mundo polarizado... Hay una necesidad de hablar de estos temas".
Francis Espinoza, Doctora en Ciencias Políticas"