Que exista un baño y una cocina para 20 personas, o compartir la misma habitación con dos o tres desconocidos y hasta a veces también la cama, es una realidad presente en pleno centro de Antofagasta.
Casas particulares o edificios de antigua data son refaccionados para recibir la amplia demanda de quienes buscan sólo un lugar para pernoctar sin tener que pagar altas sumas de dinero.
Si bien no existe un catastro al respecto, la mayoría de quienes viven en dichas condiciones son ciudadanos extranjeros y connacionales de otras regiones que llegan a trabajar por periodos fijos.
Según datos del Observatorio Laboral de Antofagasta (2017) es el comercio la segunda área que más trabajadores concentra en la comuna con un 15,5%, superada por la minería, que presenta 25,5%.
Es esos sectores trabajan la mayoría de quienes viven en ese tipo de residenciales, ya que estos inmuebles están en la zona centro, lo cual ahorra a sus huéspedes tiempo y dinero para la locomoción colectiva, entre otras ventajas.
Ambiente
Por 70 mil pesos mensuales, arrendar una pequeña habitación de 2 x 2 metros con dos camas (una de las cuales será ocupada por otra persona) un televisor -sin cable-, derecho a lavar una vez al mes y ocupar una cocina (junto al resto de los residentes) engancha a varios afuerinos.
Uno de quienes arrienda en estos lugares es un joven peruano de 25 años que prefiere ser llamado para esta crónica como José, y que lleva viviendo tres años al interior de un inmueble en la calle Latorre.
Ahí comparte su habitación con dos compañeros de trabajo, por el cual cancelan entre todos al mes $120 mil.
"Las comodidades son pocas, pero con eso nos basta. Ocurre que trabajamos todo el día transportando carga para un supermercado. Entonces sólo llegamos agotados y listos para dormir. No es un espacio en el cual puedas hacer mucha vida social", dijo José.
Asimismo, la utilización de casas antiguas para estos fines es muy común. Basta solo dar una ligera inspección visual a cualquier segundo piso de alguna farmacia, restaurante o almacén para notar prendas colgadas, toallas o literas que asoman por sus ventanas.
También se da que terrenos emplazados al interior de un inmueble son ocupados para levantar pequeñas viviendas que luego arriendan a grupos familiares.
Censo
El hacinamiento fue uno de los motivos que retrasó la ejecución del censo de abril, ya que las cuadrillas de encuestadores tardaron más de lo contemplado en realizar la entrevista a más de un grupo familiar que vivía en un solo inmueble.
Así lo confirmó el intendente Arturo Molina, quien además dijo que esperan entregar 5.500 casas en la región antes del término del gobierno para aminorar el déficit habitacional.
"El día del censo, los voluntarios fueron preparados para aplicar la encuesta en hogares y se les advirtió que podrían encontrar a más familias dentro de una casa, pero esa situación se repitió mucho y terminó con el atraso del proceso. Vivían muchas familias en una sola casa", dijo la autoridad.
Asimismo aseguró que los datos definitivos del censo estarán antes de fin de año, lo que permitirá tener una clara concepción de este drama habitacional.
A continuación, el relato de personas que habitan en dichas condiciones y que cuentan cómo viven. Algunos decidieron cambiar sus nombres por evitar problemas.
Historias de cités
"Para mí, el principal drama de vivir así es tener que ocupar el baño. O sea, imagínate una cola de 10 personas para entrar a ese lugar, después cuando te toca, lo que debas hacer lo debes hacer rápido porque afuera te están esperando y todos deben llegar temprano a sus trabajos. Si te levantas a las 5 A.M., igual encontrarás una fila esperando por entrar". José, peruano, 25 años. "Una noche llegué tarde a mi habitación y vi que mi compañero de trabajo estaba compartiendo con una amiga suya en su cama. Me preguntó si es que acaso no me importaba si se quedaban charlando con ella voz baja y le dije que no, que sólo quería dormir y que no metieran bulla. Así lo hicieron y me metí a mi cama. Pero igual me despertaron al rato... Tuve que ponerme audífonos, darme la media vuelta e intentar seguir con mi sueño. Tenía que entrar temprano a mi trabajo en pocas horas más". Joao, colombiano, 28 años. "Con mi novia arrendamos una pieza solo para ambos. Es pequeña y apenas nos cabe la ropa, pero es práctica. El único drama lo tiene ella, quien es muy pudorosa y le avergüenza colgar su ropa en la ventana, ya que allí tendemos nuestras prendas. El problema es que la ventana da a la calle y cuando se cae, hay que recogerla de la vía pública". Álvaro, peruano, 32 años.
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"Existe la posibilidad de que arriendes una pieza solo para ti y que además tenga baño privado. Eso sale $18 mil diario, y al mes serían unos $150 mil. Ahora la mayoría de mis compañeros que viven apiñados lo hacen para ahorrar y dicen que sólo necesitan un lugar donde dormir y dejar sus cosas. Por eso es que a varios no nos hace mucho drama el habitar de esta manera". Raúl, peruano, 35 años. "La gente puede escoger con quien arrienda. No es que aquí se les confine a una pieza con desconocidos, sino que son ellos quienes llegan en grupo y piden negociar un cuarto que sea ocupado por todos. Por eso tienes pequeños grupos familiares, de amigos o parejas viviendo en esa situación. Es normal y a ellos les acomoda, por algo nos buscan y por algo existe tanta demanda". Carmen, dueña de un cité."
$70 mil llega a costar la mensualidad en una habitación compartida con dos o tres personas. Si la opción es vivir solo, la cifra aumenta sobre los $100 mil.
5 personas pueden llegar a compartir una misma pieza en varios cités del centro de Antofagasta. En la mayoría de los casos pertenecen al mismo grupo familiar o son cercanos.