Hace unos meses me referí al estancamiento que ha experimentado la economía en estos últimos tres años y a las razones que un sector de la ciudadanía, le otorgaba a esta situación. Según algunos empresarios, la crisis es causada principalmente por la desconfianza generalizada que se ha instalado en el país, ante las diversas reformas impulsadas por el actual gobierno.
Los que defienden esta posición, le otorgan una importancia superlativa a que la inversión interna, se encuentra paralizada ante la incertidumbre derivada de las señaladas reformas. Al respecto, hace unos días escuché, en una radio santiaguina, un foro, donde, tanto el conductor como los dos especialistas invitados, se referían a los nuevos aires que estaba evidenciando la economía, sin que ninguno de ellos diera un solo antecedente que justificara dicho comportamiento ¿Raro no? Sin embargo, al referirse al precio del cobre, todos concluían que era una respuesta demasiado simplista, atribuirle a esta variable la nueva perspectiva que estaba mostrando la economía.
Ante esta teoría, según mi opinión, absolutamente distractiva, caben varias peguntas, entre otras: ¿Cuál fue el cambio brusco que experimentó la economía para que, en un par de meses, la visión se tornara más positiva? ¿Qué grandes nuevos proyectos privados industriales, agrícolas, comerciales, etc., han surgido fuera de la minería?
Que Codelco haya obtenido casi mil millones de dólares de excedentes en el primer semestre del año, cifra que duplica el resultado de todo el 2016 y que las empresas mineras privadas, con toda seguridad, obtendrán mejores resultados aún, dado a sus menores costos y mayores leyes, ¿no les dice nada a quienes desperfilan el argumento que, mayoritariamente, el menguado crecimiento de la economía se ha debido a la baja cotización del cobre?
Echemos una mirada al precio del cobre. Durante el periodo presidencial pasado el metal rojo logró un precio récord promedio por libra de US$4,15, mientras que en presente gobierno su promedio alcanza apenas a US$2,5 la libra, ¿nos dicen algo estos resultados?
En este periodo, nadie ha defendido con la fuerza necesaria y una argumentación maciza, que el precio de nuestro principal recurso exportable, el cobre, ha sido el factor determinante del paupérrimo crecimiento económico del país en los últimos tres años. Reconozco y le doy validez, a que cierto sector empresarial haya paralizado algunos proyectos, simplemente porque no está de acuerdo con reformas que hacen menos rentable sus negocios, eso es indudable, pero de allí a asignarles una preponderancia en la crisis económica, ha sido, indudablemente, una exageración con claras y torcidas intenciones.
Una región más desafiante
Hace algunos días un columnista de una universidad local escribió un texto denominado "Antofagasta más atractiva" con un núcleo argumental respecto de cómo lograr que la ciudad fuese más atractiva para los trabajadores y sus familias. Sin embargo, lo que no indicaba la columna era el dato de realidad al cruzar ese deseo, encomiable por cierto, con la estructura de la ocupación regional y los tramos de ingreso que nos indica, a todas luces, que, a nivel de ciudad y región, no podríamos pensar que estamos bien o conformes.
De manera extensiva, a mi modo de ver, y más allá de esa creencia de que Antofagasta parece muy atractiva para trabajar, pero no para vivir, cada vez son más las voces que, junto con una crítica propositiva, configuran iniciativas innovadoras y justas que permiten orientar y mejorar el mapa de este territorio de la Segunda Región. Pensemos, por ejemplo, en el continuo proceso de aprendizaje entre políticas y participación ciudadana tales como las innovaciones para preservar y fortalecer la competitividad en el rubro minero, dentro de programas estratégicos nacionales de especialización inteligente, bajo una iniciativa público-privada que promueve diversas asociatividades.
Junto a ese reto aparecen, también, llamativas iniciativas en contexto educativo: la necesidad de enfrentar el desafío de la migración y la interculturalidad en el marco de entregar herramientas, a diversos actores de la comunidad, para abordar el proceso migratorio que se experimenta en la región donde se estima en casi 100 mil personas la población migrante y el dinamismo de la actividad pedagógica de las universidades, que con diversos programas de articulación y promoción de ingreso a sus aulas, asumen el paradigma de que "desde la escuela se puede construir una mejor sociedad".
A pesar de que Antofagasta ha retrocedido dos lugares en el ranking del Índice de Desarrollo Regional 2017, la región -mirada prospectivamente- puede ir identificando sus instrumentos de análisis y de participación articulada en consonancia con los racionales desafíos como región activando las capacidades (centrípetas y centrífugas) de sus ciudadanos e imaginarnos un potencial de crecimiento, mejor educación y buena calidad de vida. El ejercicio gráfico de todo esto, a mi parecer, se encuentra en la acción de las personas y las instituciones. De un sinnúmero de personas y organizaciones que están pensando en sacar adelante a la región ya sea investigando, generando políticas públicas, y también privadas; diseñando innovaciones, observando la realidad en distintos ámbitos o entregando, sencillamente, oportunidades a la población.
¿Que nos queda por lo tanto, para un escenario optimista o como mejores opciones para enfrentar este desafío territorial, que no son pocos? trabajar de manera realista dando foco en la innovación (también, la personal cuenta, por cierto); una mayor velocidad en las decisiones (o toma de decisiones) en las organizaciones y aprendizaje de los errores como individuos de esta zona. No es crecer por crecer, entonces, sino reinventarnos desde la historia de esta región.
Carlos Tarragó
Presidente Proa Antofagasta
Francisco Javier Villegas
Profesor de Castellano, Doctor en Didáctica