A meses de las elecciones y a poco más de entregar el gobierno, la actual administración de la Presidenta Michelle Bachelet se ha entrampado en un problema a propósito del proyecto "Dominga".
Lo curioso es que al parecer la polémica está determinada por un simplismo sorprendente, pero errado: Quienes parecen estar a favor de la inversión y el crecimiento, aparecen como en contra del medioambiente; y quienes están en la línea de lo resuelto, asoman como a favor del medioambiente y supuestamente en contra del crecimiento económico.
Desde el ejecutivo las señales han sido confusas. El exministro Rodrigo Valdés, criticó el rechazo del proyecto y aseguró que "yo constato que algunos no tienen el crecimiento dentro de las prioridades más altas y les cuesta a veces tener una compatibilización de eso con otros objetivos, que son importantes también".
Un día después, la Presidenta sostuvo que "hay gente que cree que si uno se preocupa por el medio ambiente la economía no va a poder seguir creciendo. Y sí puede", lo que fue interpretado como un golpe directo al ministro.
Y cuando se entendía que primaba esa óptica, el recién designado ministro de Economía, Jorge Rodríguez Grossi, apuntó: en relación a la iniciativa: "Todavía puede hacerse; nadie ha matado el proyecto, y podría llevarse a cabo".
Y ayer, la vocera Paula Narváez citó: "El proyecto Dominga para el Gobierno es un proceso que está cerrado (...) y que ha concluido en todas sus etapas que nuestra institucionalidad ambiental considera".
¿Qué significa todo esto? ¿Es genuina esta discusión respecto al cuidado al medioambiente? Todo indica que no. Primero porque el crecimiento no es un opuesto al resguardo ambiental. En segundo punto, si así fuera, la designación de Rodríguez Grossi en Economía no va en esa línea, en lo absoluto.
Todo hace suponer que el rechazo al proyecto minero es de otra índole, pero en ningún caso está el supuesto y repetido discurso del resguardo ecológico de la zona impactada.
El caso ha provocado un daño a la institucionalidad, otro más, y los efectos son sólo negativos para Chile.