ANTONIO RENDIC, EN TI DESCUBRO, EL SECRETO JEDI, DE LOS PROFESORES NORMALISTAS
AMIGO ANTONIO, Caballero del Ancla, Doctor de los Pobres, Poeta del Norte, Inmigrante Universal de la Isla Brac de Croacia, esta mañana, mientras, en el antejardín de mi hogar, los cactus juguetean con la gigante figura de simetrías de la señora Araucaria y, acompañado de la mágica música clásica de todos los tiempos, descubro un mensaje de Beethoven, quien nos dice: "No rompas el silencio, sino para mejorarlo".
Entonces, CABALLERO DE EJEMPLARIDAD HUMANA, quise que Tú, como mi hermano divino en huellas de ternuras y sabiduría, y obrero milenario de mis recuerdos y presencias del desierto, en arquitectura de soledades, hoy rompieras el silencio para mejorarlo y me contaras la bella asociación de vida, de ideales, de utopías y concreciones entre TÚ, ANTONIO, y los Profesores Normalistas, últimos Jedi, Star War, de la Educación Chilena que, una vez más, en 26 de Agosto, derramados por los confines del Chile Nuestro, recordaron a su vieja y eterna casona magisterial.
Repentinamente, HERMANO MAYOR y POETA DEL NORTE, desde las alturas, en vuelos de fantasías, Tu voz se expandió por el universo y, en tu delicada narración, como aula sagrada de ternuras ¡El silencio se rompió! Efectivamente, en la belleza del recuerdo, nos contaste que, si Tú tejías los salares con la poesía de la tierra morena, los Profesores Normalistas eran los cantores y danzarines de tus versos, como estrella guía en la construcción de la enseñanza plena y del alma cultural de la nortinidad.
DOCTOR RENDIC, y nos contaste que si Tú fuiste el Médico que sanaba el cuerpo y el alma de los Pobres, los Profesores Normalistas eran los tejedores del acero y del ladrillo en la historia universal de oportunidades, para construir el mundo de la inclusión, del no desamparo y que ningún niño del norte viviera sin destino para tener el legítimo derecho de alimentar su inocencia hacia un futuro de esplendor.
ANTONIO, HOMBRE BUENO DE COMPASIÓN INFINTA, y seguíais vuestro cuento y canto, para narrarnos que Tú construiste la huella en la fuerza de la palabra y la bondad hermana y jamás en la intolerancia de la violencia, que, con tus versos, siempre tejistes la geografía de nuestro norte en religiosa esperanza. Y allí, nueva y bella coincidencia, porque los Normalistas, aún en la memoria colectiva del triste 73 y odio del ayer, cuando cerraron las Escuelas Normales del país, no ennegrecieron su alma con el horror del fusil y continuaron su canto de redes espumadas y estallido interminable de oleajes, derramando sus voces en rondas de luz hacia la hermandad universal.
Entonces, HERMANO ANTONIO, suspiro de profundidades y de música clásica en piano y violín y, desde el alma os digo al mundo del norte, qué bello ha sido romper el silencio esta mañana y puedo exclamar que, aunque tantas veces no se barre en favor del viento e incluso sin ser surfista, es necesario luchar contra la corriente, hoy, se reafirma en Tu recuerdo ANTONIO y el de los NORMALISTAS que, algún día, se expandirán de bullicios alegres todos los patios escolares, sembrando libertades coronadas de milagro y esplendor para la humanidad.
ANTONIO Y NORMALISTAS, bellos JEDI Antofagastinos, como ayer, hoy y mañana, seguid como ruiseñores del alma y poetas abanderados del norte en soles de alegría y volad hacia las estrellas tatuando los caminos esperanzadores, como manantiales que trascienden de la fábula a la vida, alimentando el alma y las conciencias de identidad en la educación regional.
Antonio Rendic y profesores normalistas, jedis del universo nortino,
¡Por siempre…gracias!
Antofagasta,
agosto 26 de 2017.
un santo para antofagasta