El origen del malestar
El autor reconoce que lo pasó mal en un inicio ante una "reticencia feroz, descalificaciones e insultos atroces", pero hoy sostiene que hay más apoyo. "En ese sentido no soy pesimista, soy optimista, porque la gente está sacando la cabeza y está opinando más".
Es probable que el momento de Axel Kaiser haya llegado a propósito del texto "El otro modelo. Del orden neoliberal al régimen de lo público", que tuvo por autores a Fernando Atria y Guillermo Larraín, entre otros.
Se trata de un libro severo con el modelo político económico de la actualidad que además entrega una propuesta concreta de una nueva alternativa para Chile. Para muchos, la filosofía de la Nueva Mayoría encarnó perfectamente ese anhelo que el senador Jaime Quintana retrató con la polémica frase de la retroexcavadora que destruiría "los cimientos anquilosados del modelo neoliberal de la dictadura".
A contra respuesta, Kaiser (36 años) propuso "La tiranía de la igualdad", con el que defiende el desarrollo del actual sistema y acusa de falaces los argumentos de la centroizquierda.
No hay términos medios con el abogado y doctor en Filosofía de la Universidad de Heidelberg.
Batalla de ideas
En sus textos plantea que ésta es una "batalla de ideas". ¿A qué se refiere con eso?
- La sociedad tiene siempre visiones de mundo, sobre cómo el mundo es y cómo debiera ser, que están en conflicto y esas visiones muchas veces son incompatibles y muchas veces terminan definiendo hacia dónde va la sociedad, las instituciones, la sociedad civil, los individuos. Las ideas que predominan son las que inclinan la balanza hacia un lado u otro.
¿Estima que hoy esa discusión intelectual está inclinada hacia un sector?
- Sí. Está inclinada hacia la construcción de un modelo de sociedad redistributiva y donde el Estado asume un rol central, aunque eso hoy está un poco cuestionado. Nosotros proponemos una sociedad donde el Estado es subsidiario y donde el individuo es el responsable de salir adelante por su propio esfuerzo; no exige que el Estado le dé educación gratis y todo eso, mucho más con todas las complicaciones económicas que hoy existen.
Más allá de la coyuntura económica, esto es un asunto filosófico.
Sí. Pero triunfó la tesis de la gratuidad que en un principio fue bastante aceptada, una vez que la propuso el movimiento estudiantil y el gobierno se comprometió con el 100% de gratuidad, aunque no pudo cumplir. Esa tesis es la que han puesto personas como Fernando Atria, los líderes del movimiento estudiantil y otros intelectuales que la han defendido.
En el libro "La tiranía de la igualdad" plantea la tesis de que ésta es un contraataque al libro "El otro modelo"…
- Es un contraataque porque ellos dicen que ese libro es un arma con el cual pretenden atacar el sistema neoliberal para cambiar la hegemonía intelectual que predomina. Bueno, si ellos escriben ese libro para atacar, yo escribo para contraatacar en esta batalla de las ideas y al mismo tiempo tratar de contener la hegemonía socialista y es un arma que busca demostrar los errores de ellos.
¿No ha habido un exceso de pereza de los liberales en Chile, en las últimas décadas, de invertir en esto, de promover ideas? La izquierda sí lo ha hecho.
- Así es. Creo que ha habido cortoplacismo, falta de conciencia de lo que importa este tema y ha habido una sensación de que todo estaba ganado.
El fin de la historia…
- Exacto. Se compraron ese cuento de "El fin de la historia" de Fukuyama y entonces se dejó de hacer ese trabajo en serio, con la hegemonía cultural, con las ideas, la batalla ideológica y se concentró todo en las políticas públicas, que es un debate que tiene sentido en la medida en que los fundamentos están acordados. Si estamos de acuerdo en que un país tiene que crecer más que redistribuir, bueno, entonces sabemos qué hacer. Pero si no es el caso, como ahora, entonces la política pública deja de ser el tema central.
Liberalismo
Kaiser se define como un representante del liberalismo clásico, una filosofía que busca, sobre todo, limitar el poder, y el poder del Estado en especial porque es la estructura más relevante desde ese punto de vista. Pero también del poder económico a través de la mayor competencia en el mercado.
"Defendemos una ética que es que cada ser humano se para sobre sus propios pies porque allí pasa su dignidad. Por eso, aunque tuviéramos híper abundancia de recursos, no creo que estaríamos de acuerdo en no tener que trabajar para conseguir algo y que el Estado te mantenga. Eso es algo que va contra la naturaleza humana", apunta.
Entonces añade que hay que estar atentos a los cambios mundiales. Por ejemplo, ver qué pasa con la cuarta revolución industrial y cómo ello afecta las estructuras de poder. Al tiempo sugiere que ya parece claro que la globalización "no puede ser cualquier cosa", considerando que los países quieren conservar cierto nivel de identidad, demandan mayor seguridad pública, contener la amenaza terrorista y la identidad cultural.
"Este es un rol de los estados, lo mismo que garantizar a las nuevas generaciones la posibilidad de integrarse productivamente al mundo del trabajo, algo que no estamos haciendo, incluso en varios países desarrollados".
Tampoco hablamos de una izquierda de los 60. ¿No tiene la impresión que buena parte de la diferencia en el análisis tiene que ver con la lectura que se hace del Chile de hoy? Cuando se ofreció educación "gratuita y de calidad" parecía el remedio efectivo para un malestar -que existe- en la sociedad chilena.
- Hay varios factores que juegan en ese malestar. Primero, no creo que sea un malestar con el sistema como tal; yo creo que hubo efectivamente ideas que se instalaron, como que el Estado tenía que asumir un rol más importante en proveer ciertos derechos y garantías, pero yo atribuyo esta reacción contra el sistema a movimientos muy bien organizados y a un cambio en el clima de opinión intelectual en el que la igualdad pasó a ser el eje y dejó de ser la productividad, el mérito, el crecimiento económico y el desarrollo.
Se cuestinó todo el sistema por la inmoralidad que lo caracteriza desde su origen, porque se acusa que proviene de la dictadura y porque, supuestamente, reproduce la desigualdad, cosa que sabemos que no es así porque los estudios demuestran que la desigualdad disminuye, lo mismo que la pobreza. Esa tesis se la compró no sólo la izquierda, sino parte importante de la derecha y la élite.
Además, las democracias tienen una tendencia casi inevitable hacia la redistribución, entonces se cae en ese juego; pero eso se acaba cuando se acaba la plata… Pero se rompió el consenso en Chile, estoy convencido de eso.
Si el eje se modificó, ¿se puede cambiar?
Es difícil, pero se puede, en la medida que la gente tome más conciencia de que es peligroso seguir el derrotero populista y prometerle cosas gratis a todo el mundo, de que el estado no es un buen administrador de recursos, de que se requiere un sector privado robusto para que haya empleo, progreso, prosperidad y movilidad social. En la medida que podamos convencer a la gente de eso, esta tendencia puede contenerse y quién sabe, quizás revertirse.
¿Coincide que hay cierto malestar en la población? Hay quienes postulan que tiene que ver con estar en el umbral de desarrollo.
Que es distinto que echar el modelo abajo…
¿Entonces es un problema de gestión política?
Otra cosa: el problema no está sólo en Chile, esto está pasando en el mundo.
Axel Kaiser, director ejecutivo de la Fundación para el Progreso:
"Escribo para tratar de contener la hegemonía socialista"
Gustavo Alvarado
El abogado habitualmente emite duros juicios contra el populismo latinoamericano, entre los cuales incluye a Venezuela, Bolivia, la argentina de los Kirchner y también algunos aspectos de la actual administración de la Presidenta Bachelet.
Hay quienes creen eso. Que al llegar a este nivel, la gente ya no está conforme con lograr la educación que sus padres no tuvieron, entre otros factores... Sino que quieren más; y buscan y reclaman pertenecer simbólicamente a este mundo modernizado.
Exacto. En la izquierda hay muchos que lo interpretan como un rechazo a la modernización y en la derecha, casi no había interpretación al problema, no había una lectura muy clara, salvo por la famosa tesis de la trampa de los ingresos medios. A mí me parece que hay una combinación de factores. Por supuesto que las expectativas juegan un rol, las que perfectamente podrían ser contestadas con políticas de mercado o estado subsidiario. No tendría por qué dar educación gratuita para todo el mundo si tienes un sistema de créditos contingente para ingresos buenos y le explicas a la población que la plata puede estar mejor invertida en los niños.
Es un problema de transmisión del mensaje, gestión política y un problema ideológico. Una de las últimas encuestas de Adimark, por ejemplo, da cuenta que la gente cree que el Estado tiene una responsabilidad importante en que a las personas les vaya bien. Eso no es una buena señal porque los países no salen adelante confiando en que el Estado se hará cargo de la vida de la gente.
Cuando ves que en Europa el estado benefactor se ha extendido mucho. Pero además la discusión ha tenido el componente migratorio, que acá podría ser un problema a futuro, porque las élites tradicionales deciden ignorarlo completamente, haciendo como que el asunto es el reclamo de un par de racistas que están reclamando, cuando en realidad, en Europa el asunto era más generalizado en la población. Vemos lo que pasó en el Reino Unido con el Brexit. No podemos decir que la mitad de ellos son unos xenófobos, o los que votaron por Trump. Ese es un tema. Muchos países dispusieron, además de estados benefactores, pero eso no puede seguir, vemos la deuda que tienen esos países, el desempleo.
Gustavo Alvarado