Andrés Sabella, autor y personaje
Un doble norte rige su existencia: uno, el telúrico y natal donde reside; el otro, el espiritual y magnético de la poesía.Hijo de un joyero, Andrés Sabella Gálvez (Antofagasta, 1912) prefirió trabajar con otros materiales preciosos -los del lenguaje-, engastando, cual líricas gemas, las palabras.Nacido veintitres años después que Gabriela Mistral, su aporte en el campo de la literatura infantil es equiparable al de la insigne poetisa. La contribución de Sabella se encuentra fundamentalmente en sus libros "Vecindario de palomas" (1941), "Martín Gala" (1952), "El caballo en mi mano" (1953) y "Canciones para que el mar juegue con nosotros"(1964), todos de poesía. Una selección de ellos, a la que se agregaron dos nuevas obras suyas, "Infancia de cinco estrellas" y "El azar de la veleta", se incluye en la antología "Un niño más el mar" (1972).
Es autor de "Chile, fértil provincia" (1945), un hermoso libro de prosa poética para los niños de la patria, a quienes dice: "este es tu libro, como quien dice un jardín ara tus ojos. Lo escribí de mi mano y en ella temblaban alas. Yo quiero que se entre tus dedos un foco de luz maravillada"
La poesía infantil de Sabella es de gran originalidad; en ella hay un profundo sentido del ritmo y un notable dominio de la forma. Novedosas imágenes, fantasía, ternura y juego se funden armoniosamente en sus versos; alcanzan, así, esa gracia, esa ligereza, esa feliz alianza de lo cotidiano y de lo maravilloso que los niños verdaderamente comprenden y gozan.
De padre ítalo-palestino y madre chilena, rastreando el posible origen de su vocación literaria, el poeta expresa: "Tal vez, por eso, nací para escribir, porque había mucho sueño disperso en la sangre de mis antepasados. No lo sé, pero sí sé, y lo cuento sin ninguna arrogancia, por cierto, que, desde los tres años, yo andaba con un lápiz en la mano y rayaba paredes y ropas"
Como un extraño presagio de lo que será su destino, teniendo como bondadosas maestras a sus tías Delia y Martina, aprende a leer en obras de Rubén Darío.
Miguel Moreno Monroy