Sonidos agradables
Interesante es recordar algunas expresiones que han perdido vigencia. Así, poner en solfa, equivalía a poner en ridículo; solfear = cantar música pronunciando el nombre de la nota, aunque tuvo la connotación de golpear, agredir, al menos en su valor de amenazar: "te las voy a solfear". Una más: quedar solfeando = arruinarse.
En la antigüedad clásica existió, en su panteón, la romana virgen y patrona Santa Cecilia, que fallece circa 233, en cuyo honor se conmemora el Día de la Música. Por ese equivocado afán de tomar como modelo lo del "viejo" continente, que de tal, tiene muy poco, pues seis mil años de que los griegos gozaran de la fascinación del sonido hecho armonía, la "quena" expandía sus notas entre los hombres andinos. Lo dijo el maestro Jorque Checura J.
En la cultura ancestral del Norte chileno, los instrumentos musicales fueron confeccionados con todos los materiales disponibles por ésta, a veces, inhóspita naturaleza. Los hubo de hueso, cuero, madera, metal, conchas, piedra, arcilla…
Bernardo O'Higgins, además de pintar a la acuarela, tocó el piano. Una anécdota asevera que al estar en Cádiz, lo vendió, para adquirir los pasajes que lo traerían de retorno. Para Sabella, "el piano es una herramienta que canta".
En lo histórico, los violinistas de la Esmeralda en la noche anterior al combate, mayo 21, 1879, como Ernesto Riquelme, quien además escribía poemas, hicieron sonar las cuerdas como si nunca más debían de hacerlo.
Nuestros dos premios nobel han sido musicalizados. Alfonso Letelier, produjo Los sonetos de la muerte, para soprano y orquesta, sobre textos de Gabriela Mistral. Lo de Pablo Neruda, no sólo está en lo de Los Jaivas; el espectro es casi enorme.
En sus Linternas de Papel, Sabella se refirió a la tradición pianística que escuchó nuestra ciudad: ¿Qué antigua familia no recuerda el talento de doña María Cristina Allende de González, cuyo piano de concierto permitió a los antofagastinos de la década del 1920 al 30 el goce de sus interpretaciones?
Sergio Gaytán M.