Alejandro Segura Durán
Alejandro Segura Durán ha emprendido, hace ya más de un año y medio, desde septiembre de 2014, un difícil, exigente y laborioso trabajo, pero a la vez una obra hermosa, dedicada, de gran profundidad y que traspasará el tiempo:
Componer e interpretar la música para la novela "NORTE GRANDE" de Andrés Sabella
Esto, que cabe en una frase y que parece tan simple, es una obra inmensa, que requiere gran esfuerzo y dedicación. Son cerca de 20 horas de creación, de volar por las páginas del libro de más de 300 páginas, 450 en su primera edición. Es captar el momento, imaginar, asumir, interpretar, vivir el relato, con los diferentes vaivenes del texto literario. Es leer con el alma e interpretar con la sensibilidad del artista.
Norte Grande es un bello relato en prosa poética, que nos lleva desde la descripción de la belleza viril del paisaje, al sacrificado trabajo del obrero pampino, a los sufrimientos para adaptarse a la hostilidad y dureza del paisaje hostil, que hierve al mediodía y congela hasta los huesos por las noches.
"Pampa abierta. No es posible que nada se oculte a los ojos de la muerte… "
Y esos capítulos, en que viajan familias, bandoleros, trabajadores, padres de familia, sufridas madres, pequeños niños que juegan, son relatados por Marcela Alfaro Valderrama y Héctor Cordero Vitaglic. También intervenciones de otros artistas.
Y al escucharlos, la maravilla: la música lleva el ritmo del texto literario: silba el viento de madrugada, con fuerza capaz de botar a quienes se atreven a caminar en la oscuridad de la noche. Y las estridencias de los bronces que nos hablan de la inclemencia de fuego del sol:
"Y en el firmamento el sol se descomponen una carcajada llena de fuego"
Y, de repente, surgen festivas melodías que alegran las escasas celebraciones, con los ritmos de los años 30 / 40.
Alejandro, compañero buscador de brújulas, soñador de futuro, compañero de los caminos de Andrés Sabella, músico nortino, está presente, amenizando, renovando, revitalizando el Norte Grande, con su cabal temperatura humana.
María Canihuante Vergara