Buscando respuestas
En las largas caminatas andinas, tras agua, salares, llamas. En el silencio de las confidencias nocturnas, de mitos, cuentos y leyendas, de cóndores, zorros y condenados. En las fiestas comunales, de esfuerzo, música y aloja, recordando a los viejos de ayer, mientras caminaban por la cordillera llevando una tropa de llamas... profundizando las raíces. Amasando tierra y agua. Temiendo lo desconocido, adorando lo inexplicable.
En la actualidad, sociedad y cultura andinas sufren una fuerte penetración del mundo globalizado, con una visión segmentada de la realidad, altamente tecnologizada, individualista, con fuerte contaminación de todo tipo. En el Andes nortino chileno conviven, muchas veces escondida, una sociedad y una cultura que insiste en mantener una visión más próxima a la filosofía tradicional, enriquecida por todos los aportes que las comunidades consideran positivos para ellas, manteniendo su visión del mundo (su filosofía).
La existencia de una lengua viva, que se utilice en la cotidianeidad, en la ritualidad, en lo simbólico, enriquece las apreciaciones filosóficas y mantiene viva ideas y creencias a través del tiempo.
Ello es una realidad vigente en las comunidades quechuas y aymaras de El Loa, aunque, no es la situación del pueblo lican antai. Pese a ello, los tres pueblos en sus mitos, ritos, tradiciones y costumbres han conservado parte importante de su cultura. Mediante documentos coloniales y otros más modernos, y testimonios de los propios pobladores, aún se pueden apreciar algunos aspectos culturales que se mantienen vivos.
La filosofía andina considera que la naturaleza, el ser humano, el tiempo y el espacio (Pacha Mama), constituyen un todo interrelacionado, donde cada elemento no puede ser considerado descontextualizado. Es un ambiente, una naturaleza, que incluye al ser humano respetando y conviviendo con cada uno y todos los elementos que lo rodean, sean materiales o inmateriales, no hay separación; por ello, todo es sagrado.
Domingo Gómez Parra