Pinturas en Yalquincha
La comunicación por los portales pintados en la roca con los dioses, el tiempo los conserva. Especial atención amerita el Alero Yalquincha, panel que reúne un complejo conjunto de expresiones del arte rupestre local. Estas pictografías (pinturas) fueron elaboradas con minerales de color rojo y negro. De igual manera se utilizó, posiblemente, sangre, con fijadores de origen vegetal y animal, componentes mezclados hasta formar pastas, las que aplicadas en las rocas se fusionaron a tal grado que su permanencia se mantiene desde miles de años.
Al pretender situarnos en los tiempos del hombre de Yalquincha, frente a este majestuoso panel, habrían entrado en un inframundo; haber compartido con sus dioses un diálogo místico, a través de estas puertas de comunicación con su mundo inmaterial. Hoy esos espíritus se revelan en estas pinturas que hieráticas nos quieren entregar los mensajes que guardan, la sonrisa del sacerdote que radiado nos observa, los guerreros en formación mantienen su espera; donde quiera que se mire con atención, se descubren llamas, personajes, figuras geométricas, que no se repiten; cada una está pintada con detalles.
Creo que los auquénidos no representan la domesticación, sino vínculos simbólicos entre hombres y animales; nunca conoceremos sus ceremonias… Nuestros antiguos pintores de valles y cerros de nuestro desierto, con seguridad mantenían una comunicación profunda con su entorno, con sus dioses. El Alero mantiene en su planicie superior concentraciones de vegetales que corresponden a antiguas fogatas, y restos de talleres de fabricación de cuentas de collares de malaquita, lo que nos indica que era necesario destacar el lugar.
El taller evidencia, además, la larga permanencia de personas en este lugar de observación: el sacerdote radiado en la pared inferior presenta una flecha en el centro de su tocado cefálico, señal que indica alguna dirección, algún lugar y, que es similar a un petroglifo del Valle de Lasana.
Osvaldo Rojas Mondaca