Los 25 años de la Mano del Desierto
Hoy será celebrado un cuarto de siglo de un símbolo antofagastino y del Norte Grande, con la presencia de Mario Irarrázabal, autor de la obra. No puede dejar de insistirse que Proa ha generado distintos trabajos que tienen como punto central generar valor e identidad para los antofagastinos. Allí están los miles de libros y los murales de la ciudad.
La idea en su origen siempre fue novedosa y a lo largo de los años ha demostrado que es mucho más que una escultura que brota de la aridez absoluta. La Mano del Desierto da la bienvenida o despide a miles de personas cada año, siendo una atracción turística y un símbolo de nuestra región.
La obra del artista Mario Irarrázabal cumplió 25 años desde su inauguración y desde ese tiempo sitúa a ese sector como una parada obligada para contemplar, gracias a sus imponentes 11 metros de alto y su singular característica.
Ubicada a 75 kilómetros al sur de la ciudad y a un costado de la Ruta 5 Norte, la escultura fue levantada con los aportes de la Corporación Pro Antofagasta (Proa) y representa un ícono nortino en todo el mundo. Mención especial para la labor de esta institución, que fue visionaria en idear un concepto de estas características, al igual que otras obras de arte y libros.
Y es que nadie puede discutir el aporte de lo que significa la Mano del Desierto para el turismo y la impronta de identidad que presenta este gigante de cinco dedos en la inmensidad de la pampa, entregando un espectáculo único y que invita a la imaginación.
Sin embargo, esta obra también es blanco permanente de los ataques de inescrupulosos que rayan una y otra vez su estructura, quienes no comprenden su importancia y que se amparan en la oscuridad de la noche para realizar estas acciones.
Si bien este símbolo permanece en forma solitaria al costado de la carretera, Proa ya piensa en desarrollar una ambiciosa apuesta turística que permita dar valor agregado al lugar, todo con el fin de desarrollar un circuito de alto impacto que entregue nuevos atractivos.
Liderada por Carlos Tarragó, Proa ha sido generosa en entregar un regalo de estas características a los antofagastinos y a quienes valoran el arte, de ahí la importancia de proteger esta escultura. Obviamente, lo primero pasa por cuidarla de los rayados.
La Mano del Desierto ya cumple 25 años de vida, una obra de arte que saluda en forma generosa y gentil al mundo. Un orgullo para todos los antofagastinos.