Hunden el "Blanco Encalada"
Ayer, 23 de abril, se cumplieron 126 años del hundimiento del blindado "Blanco Encalada" en aguas de la bahía de Caldera, uno más de los sangrientos episodios que vivió Chile durante la revolución que derrocó al presidente Balmaceda. Un mes antes, la nave -que formaba parte de las fuerzas golpistas- había participado en el bombardeo de Antofagasta, obligando a la población a huir hacia los cerros. No escapó de sus bocas de fuego el naciente hospital antofagastino, hasta donde huyeron mujeres despavoridas junto a sus hijos. Sendos impactos -de nueve pulgadas de calibre- hicieron blanco en el recinto hospitalario, demostrando que no se respetó siquiera a la Cruz Roja.
La nave había participado con éxito durante la Guerra del Pacífico, gesta en la que sus artilleros hicieron blanco en el "Huáscar" que arrió su bandera en las cercanías de Punta Tames, al norte de Mejillones, aquel 8 de octubre de 1879. Posteriormente capturó a la cañonera "Pilcomayo", asegurando el poderío naval de Chile en el Pacífico.
Aunque tenía un blindaje de 220 milímetros para absorber los impactos de los tiros enemigos, el "Blanco Encalada" fue hundido por un torpedo autopropulsado, registrando cerca de 200 muertos entre tripulantes y civiles. Lo certero del impacto provocó su naufragio en minutos. Fue la primera vez que un torpedo de este tipo hundía un blindado. En el incidente falleció -también- un alto funcionario de la Junta Revolucionaria y entre las anécdotas que caracterizaron el episodio, se cuenta que Ramón Barros Luco, miembro de la misma junta (que no sabía nadar), salvó de morir ahogado asido de la cola de una vaca, rumiante que llegó a la playa con el destacado político "a remolque". Barros Luco fue más tarde Presidente de la República.
Dado que el pecio quedó en un sector que dificultaba la navegación en la bahía de Caldera, la autoridad marítima autorizó dinamitarlo, para habilitar un área de fondeo para un puerto mecanizado destinado al embarque de minerales.
Jaime N. Alvarado García