Orquesta de Señoritas
La Compañía de Teatro "Arlequín", a cargo de Teresa Ramos, trae nuevamente a las tablas este clásico de Jean Anouilh, que muestra los encuentros y desencuentros de mujeres integrantes de una orquesta francesa dos años después del fin de la Segunda Guerra Mundial.
El texto es una tragicomedia probada, sutil, inteligente y al mismo tiempo mordaz. Sin embargo, el riesgo de esta propuesta recae en revivirla décadas después de ser escrita. ¿Tiene algo que decir "Orquesta de Señoritas" a nuestra Antofagasta de 2017?.
Como lo hizo la misma compañía hace años con la obra "El Escándalo de la calle Huanchaca", existe una investigación del mundo femenino desde la masculinidad. Si bien en la recién mencionada los protagonistas eran transformistas y en "Orquesta…" son efectivamente mujeres casualmente interpretadas por hombres, la aproximación actoral es la misma: no vemos hombres jugando a ser mujeres, vemos mujeres que por accidente -o fortuna-; se encuentran encerradas en un cuerpo masculino. En consecuencia, lo que podría resultar una comedia de revista picaresca se transforma en un comentario social sobre el machismo y el rol de la mujer en la sociedad actual.
La puesta en escena es intencionalmente sencilla, despojada, precisa. Un telón violeta de fondo, unas sillas, los instrumentos musicales que se lucen como si fueran protagonistas; y por supuesto los actores constituyen la obra. La iluminación resulta más práctica que estética, con una aproximación también despojada y simple. Así, sólo nos queda concentrarnos en el vestuario llamativo, colorido y de época de estas mujeres; y por supuesto en su discurso, que juega entre la honestidad y el cinismo sin darnos tregua.
Retomo entonces la pregunta inicial: ¿Tiene algo que decir "Orquesta de Señoritas" hoy?... Creo que sí. Su tragicomedia permanece viva, ese sabor de la posguerra no resulta añejo y las mujeres encerradas en cuerpos masculinos siguen impactando. De esta manera, queda latente la sabiduría de la directora para arriesgarse únicamente con un texto inteligente y actuaciones emocionantes; despojándose de ese teatro contemporáneo que nos acribilla muchas veces con coreografías, imágenes, juegos de luces y artificios.
Stjepan Ostoic Papic,
periodista y director