Ángel Parra
La primavera de 1969 sostuvimos un diálogo con Ángel Parra ( Ángel Cereceda Parra) en el Hotel Plaza en la primera cuadra de calle Prat en Antofagasta para las páginas culturales de la Estrella del Norte. Cursábamos el tercer año en la Escuela de Periodismo.
Tenía 26 años el ya conocido cantautor, fiel compañero de su madre Violeta Parra, quien se había suicidado en su carpa el 5 de febrero de 1967.
Lo acompañaba su esposa, Marta Orrego Matte, madre de Ángel Parra (Ángel Cereceda Orrego), nacido tres años antes, también músico, especialmente jazzista. Marta es madre de Javiera.
Amable y profundo, se aprestaba a integrarse a la campaña de la izquierda a la presidencia de la República que instalaría a Salvador Allende en La Moneda a partir del 4 de septiembre de 1970.
Ya estaba Ángel en la renovación del folclore chileno para despercudirlo un tanto de la alambicada y militarizada sensación del "neo-folclore" de los "Cuatro Cuartos" cuyos integrantes trabajaron por el golpe castrense encabezados por Luis Urquidi, el "Chino", quien dirigía las fuerzas de choque del Partido Nacional en Antofagasta, acompañado por las" Cuatro Brujas"…más brujas que nunca.
Angel Parra, sin pose alguna, nos puso al día en la estructuración del folclore urbano con esos personajes populares al borde de la delincuencia, como el Chute Alberto, que luchaba por emerger de la marginalidad en que lo tenía sumergido la burguesía santiaguina.
Era un músico integral que no trepidaba en ubicar su arte al servicio de causas sociales y culturales en ese gran escenario que es la política honorable, siempre de utilidad para el ser humano que caminaba tras el Hombre Nuevo.
Caminó en las noches por Prat, Latorre y Condell, cuando era posible hacerlo sin problemas después de las 21 horas.
Y vio amanecer el día. ("Que suerte que tengo de ser testigo cómo se acaba la noche oscura que le dio a mi tierra dolor y amargura"). Y vino nuevamente el dolor y amargura que lo llevaron al exilio en 1976.
Pero siempre la esperanza: "Y ahí veo al hombre, que se levanta, crece y se agiganta"…
Osman Cortés Argandoña