Que el mundo de las comunicaciones cambió luego de nacer la internet, nadie lo duda. Hoy una gran parte de la población está conectada y con posibilidad de acceder, en línea, al acontecer mundial, a través de un adminículo bastante a la mano de cualquier bolsillo : el celular. Este aparato, de cuya dependencia hay pocos que se escapan, en muchísimos casos, ocupa un tiempo relevante de sus propietarios, al conectarse a las redes sociales.
Lamentablemente estas cadenas, en muchos casos, se prestan para proferir y divulgar todo tipo de opiniones y críticas al voleo, sin filtro alguno y lo peor, llegando incluso a inventar, irresponsablemente, noticias negativas, destructivas y alarmistas. Recientemente, con ocasión de los incendios que aquejan a vastas zonas del país, las redes emitieron noticias tendenciosas y falsas, que sin duda enrarecen aún más el ambiente catastrófico, por el que atraviesa la población afectada. Es absolutamente condenable, el aprovechamiento mediático del desastre de la ola incendiaria que ha provocado cuantiosos daños materiales y, sobre todo, irreparables pérdidas de vidas de pobladores, brigadistas, voluntarios y carabineros.
Una reciente información dio cuenta que Antofagasta se ubicaba en el cuarto lugar, de las ciudades donde sus habitantes destilaban más odio a través de las redes sociales. Sin duda que esta posición no nos deja bien y se ubica en las antípodas de la ciudad en la que aspiramos vivir. Me atrevo a asegurar, que del universo que abusa de la facilidad que otorgan las redes sociales para juzgar y condenar a diestra y siniestra, pocos de ellos cumplen con los deberes ciudadanos tales como participar en engrandecer la ciudad en que viven, respetar el derecho de los demás o sufragar en las elecciones.
Desde antes de mucho tiempo, existe una especie de cofradía internacional, que sin contar con la amplia cobertura de las actuales redes, entrega una contribución invaluable a las comunidades ante emergencias y desastres naturales, sobre todo cuando una zona queda aislada y sin comunicación con el resto del país. Son los radioaficionados. Estos, se comunican y establecen contactos con otros seguidores de esta afición, logrando desarrollar verdaderas cadenas de amistad, respeto y solidaridad .¡Qué diferencia!, ¿no?
Carlos Tarragó
Presidente de Proa