Isaac Arce Íntimo
Hemos podido leer un documento de Isaac Arce Ramírez, cuyas "Narraciones Históricas de Antofagasta", publicadas en 1930, constituyen la fuente viviente de nuestro pasado. El documento es una especie de testamento moral que Isaac les dedicó, para mostrarles la verdad de su padre, ejemplarizando en el cultivo del servicio a los demás.
Nacido en 1863, no demoró en entrar, resueltamente, a la conquista de su destino: a los 13 años, comenzó a trabajar, seguro que el porvenir sería suyo. Al sonar los clarines de 1879, a formar en el Batallón Cívico N° 1, Antofagasta, logrando el grado de cabo 2° de la Compañía de Cazadores. En cierto modo, estas circunstancias le permitieron vivir lo que, luego, recogería para dejarlo en libro fundamental.
En 1881, principió su existencia pampina, en la Compañía de Salitres y Ferrocarril de Antofagasta, razón que le facilitó sus investigaciones, ofreciéndole, durante 25 años, la posibilidad de fortalecer sus conocimientos sobre la industria calichera. De este modo, acumuló los excelentes materiales que componen las 482 páginas de su obra.
Un detalle conmueve en este documento de Isaac: su amor por los árboles. El, hombre del desierto, entendía la belleza y utilidad de ellos en nuestro páramo, como Diego de Almeyda. "El Loco Almeyda" amó los pimientos, los plantó y formó una especie de mensajes de pimientos a lo largo de las huellas del Desierto de Atacama. Después de un viaje a Copiapó, en 1897, Isaac trajo a Pampa Central semillas de pimiento, consiguiendo que estos la hermosearán con su vista y la favoreciesen con su sombra.
Isaac no menciona su amistad con el poeta Carlos Pezoa Véliz, cuando este viajó al Norte, en 1905. Pezoa, en un artículo, "Un Administrador", lo pondera, llamándole "hombre de un carácter vigoroso", de gran valor en su trabajo. Valga este recuerdo del gran poeta, para enaltecerlo.
Isaac se refiere, continuamente, a los árboles plantados por su celo. El mismo fue un árbol minero generoso, cuya sombra nos abriga todavía.
Nota: Don Isaac Arce falleció el 2 de febrero de 1951.
Andrés Sabella, 29.04.1979