Ricardo Piglia
El dolor deshumaniza, la enfermedad degrada, se ve terriblemente injusta. Así lo sintió desde el 2013 el gran escritor argentino Ricardo Piglia (1941-2016) cuando le diagnosticaron que sufría ELA y se preguntó como todo ser humano ¿porqué a mi? y no encontró respuesta y consideró a la enfermedad como una "experiencia de la injusticia absoluta". Pero no se dejó vencer sino que se rebeló, persistió más que nunca en la lucha y siguió escribiendo hasta su muerte acaecida el pasado 22 de diciembre de 2016. Conservó su increíble sentido del humor, capaz de burlarse incluso de su misma postración al asegurar que siempre había soñado con estar recluido en su casa leyendo. Como el dramaturgo español Muñoz Seca cuando dijo con su inquebrantable humor a sus ejecutores que le podían sacar todo hacienda, familia, vida pero había algo que no podrían sacarle jamás: el horrible miedo que tengo en este momento.
Piglia pertenece a la generación posterior al "boom" que eclipsada por aquél tardó en alcanzar notoriedad que logra recién en los 90. Esa generación que se preguntó ¿cómo seguir después de Borges?.
Pero Piglia logró imponer un tipo de literatura original, valiente. Ya en 1980 con Respiración artificial obtiene gran reconocimiento.
Con esta obra y dos anteriores ya configura un mundo que indaga en torno a la historia, la política, el crimen, la literatura. Lo hará luego sobre los escritores y los variados usos del lenguaje. Fue tildado de novelista de ideas, como lo fue Humberto Eco con su pasión por la semiótica. Autores que supieron con maestría cruzar los géneros, anticipándose a lo que vendría. Piglia logra también la unión entre relatos de mundos sofisticados y de los bajos fondos. Su estilo llano transmite entusiasmo.
Incursionó en el cine con muchos guiones. La adaptación de su novela Plata Quemada obtuvo el Premio Goya en el 2000.
Con él se pierde un autor inagotable que seguirá vibrando entre nosotros por su legado y todo lo que aún falta por conocer de su obra inédita.
María Sol Durini