El año 2010, Quercia hizo la primera entrega de una trilogía policial con la novela "Santiago Quiñones, tira". Ahora trajo de vuelta al policía Quiñones en "Perro muerto" (Random House), novela que ya ganó el Grand Prix de Littérature Policière de Francia. "Solo el azar podría explicar que se me publicó en Francia. Si pudiera dar un consejo a quien quiera lanzarse en un proyecto artístico solo le diría una cosa: 'Ten fe en el caos'. Lo que sí no es azar es el trabajo de traducción de Isabel Siklodi, que logró traspasar el espíritu de la novela con su trabajo y poner en francés el sinnúmero de referencias chilensis que adornan la trama. El premio es un gran honor para mí y te da fuerzas para escribir, porque aunque pareciera que uno no se agota apretando teclas, la verdad es que escribir te chupa el coco y si no tienes un buen incentivo dan ganas de mandarlo todo por la borda", dice Quercia.
Ritos y personajes
Al momento de escribir, Quercia toma café o ceba mate para estar atento. Cuando la máquina de las obligaciones lo pilla, sale de su casa y se refugia en algún lugar para terminar. Dice que escribe de manera intuitiva, no sabiendo mucho con qué se encontrará, "lo que hace que tanto Santiago Quiñones como yo, estemos perdidos en el relato la mayor parte del tiempo".
-¿Caminas por ese Santiago que describes?
-Sí, claro. No podría ser de otra manera. Camino sin rumbo por el centro de Santiago, donde ocurren las historias de los dos libros. Ese vagar es parte esencial de la escritura. Me gusta fijar las acciones en lugares concretos, esquinas específicas, boliches que frecuento.
-¿Te acuerdas cómo surgió el personaje de Santiago Quiñones?
-Me gusta pensar que Santiago Quiñones existía y que más que inventarlo, yo lo descubrí. Y si resultan verdaderas las teorías de que el Universo es infinito podemos pensar que todo lo que imaginemos existió o va existir, aquí o en otro mundo. Y así como yo escribo aquí la historia de Santiago Quiñones, alguien está escribiendo la mía, la tuya, la de todos en algún otro tiempo y lugar. Prefiero pensar de esta forma, porque no sé muy bien desde dónde surge la creación. Es tan raro saber desde dónde saca uno tanta lesera que dicen los personajes. Lo que más se le parece son los sueños.
-¿Cuál es el rasgo el rasgo más atractivo de Santiago Quiñones?
-Yo creo que un rasgo psicológico. Una cierta entereza de su moral inventada que lo hace ser un tipo humano en la misma situación que cualquiera de nosotros sería un hijo de p… Pero no creo que sea un buen tira. Definitivamente no tiene la pasta que se necesita para ser un buen policía, como su amigo Marcelo. Tiene algunas cualidades que lo ayudan, como su capacidad de memorizar números, direcciones, teléfonos, que en estos tiempos desmemoriados parece casi sobrehumana.
-¿Y el menos comprensible?
-Lo menos comprensible es esta compulsión a orinar en los momentos de tensión, que está siempre incomodándolo. Pero los seres humanos somos así, raros.
-Háblame cómo se fue configurando el personaje de Marcelo Gómez.
-Marcelo, como casi todos los personajes, se coló a la novela sin que yo lo hubiera invitado. Recuerdo perfectamente que llegué con Santiago Quiñones al hospital. Una vez que lo tenía en su cama de convaleciente no tenía mucho más que hacer, entonces pasó lo que pasa en las piezas comunes postoperatorias: te traen a un vecino convaleciente. Este era Marcelo, que se parece mucho a un mapuche que conocí en mis tiempos de estudiante de teatro. Resultó que Marcelo era bueno para hablar y una vez que partió no hubo cómo callarlo. Habló el capítulo entero. Marcelo es huérfano, un huérfano más en esta historia de huérfanos. Un niño abandonado en una caja de manzanas a las puertas de una comisaría. Pero Marcelo representa al huérfano que supera su orfandad, porque es un sobreviviente, nada lo va a tumbar.
De holmes a marlowe
Entre las primeras lecturas de Quercia estaban los clásicos relatos de Agatha Christie y los de Conan Doyle. Cuenta que incluso en su película "El rey de los huevones" pone en boca de uno de sus personajes unos pasajes de Sherlock Holmes. Pero el que lo conquista definitivamente es Philip Marlowe, porque encarna mucho más que Sherlock al arquetipo del detective del cine y la novela negra contemporánea.
"Ahora bien, lo que yo hago es poner esas características psicológicas en el personaje de un PDI, un tira. Esto lo aterriza, se le va ese lado medio romántico de impermeable y sombrero que tiene siempre el detective privado literario. Y en vez de andar en algún oscuro callejón de una city, anda en el Paseo Huérfanos con un terno de Johnson y unos Ray Ban de cuneta. Santiago Quiñones es un PDI que uno se lo puede topar cualquier día en la calle", resume Quercia.
-¿En qué se parece esta escritura a la que has hecho para la televisión?
-Quizás lo que estoy haciendo se parece más de lo que creo a otras cosas que hice antes, como las películas, o la serie de "Los 80". Sigo haciendo una especie de costumbrismo, hablando de nosotros los chilenos y de nuestro tiempo, solo que esta vez en clave policial. Fue muy chocante ver cómo mucho tiempo después de haber terminado la novela se descubrieron las muertes de niños a cargo del Sename. Lo que yo escribí es solo ficción, pero sin darme cuenta, mi imaginación estaba muy conectada con una contingencia escondida.
-Hablaste de una trilogía sobre Quiñones. Con un próximo libro, ¿cierras este relato?
-Es mi primera intención. Me da la impresión que Santiago Quiñones va teniendo en cada historia nuevas cicatrices, que no son cualquier cosa, que lo modifican.
-¿Planes para el cine o la televisión?
-Estamos adaptando la primera novela para hacer una serie de doce capítulos. La idea es que cada libro sea una temporada.
Quercia ha escrito dos novelas, dirigió la serie "Los 80" y la película "El rey de los huevones".
Perro muerto
Boris Quercia
Random House
244 páginas
$12.000
Por Amelia Carvallo
Cuenta Boris Quercia que de niño la lectura era una actividad cotidiana en su casa, un pasatiempo que sólo mermaba cuando les llegaba un televisor dado de baja por algún pariente. Como los aparatos no venían en muy buen estado, pronto se echaban a perder y "tarde o temprano nos quedábamos nuevamente a merced de los libros". Alguna vez le publicaron un cuento en la revista del colegio y también menciona algunos poemas que escondía para luego descubrirlos "corregidos con lápiz rojo con la inconfundible letra de mi madre que es profesora de castellano". No volvió a intentar en las letras hasta la adultez, cuando ya se había convertido en un reconocido actor, guionista y director de cine y televisión.
LORENA PALAVECINO