Canciones de cuna
"Este niño hermoso/No quiere dormir/Cierra sus ojitos/Y los vuelve a abrir… Abrazada a su hijo envuelto en pañales y casi susurrándole al oído, las madres de ayer arrullaban a sus retoños para llamar al sueño. Se generaba una enorme relación de apego y cariño entre ambos. Ella y él, unidos hasta en el latido de los corazones, con un ritmo cadencioso, lento, suave… Con una voz que -poco a poco- el pequeño reconocía. Esta temprana relación, tan beneficiosa, potenciaba los vínculos que se manifestaron durante el embarazo mismo, cuando el feto respondía a los estímulos sonoros y rítmicos del mundo exterior que le aguardaba. ¿Alguien puede negar lo emocionante que es sentir "las pataditas" del niño en su vientre materno?
Hablo de aquellos años en que se les llamaba guaguas, hoy les dicen bebés. Guagua es la voz que heredamos de los quechuas, significa "hijo", expresión precisa a ultranza.
Pero volvamos a las canciones de cuna, amenazadas de desaparecer, lamentablemente. Ya ni se transmiten de madres a hijas. Hoy son exclusividad de algunas abuelas. Consultadas varias madres jóvenes, dijeron desconocerlas y afirmaron no haber arrullado a sus hijos lactantes. Más bien se vieron sorprendidas con la pregunta. Las desconocían absolutamente y ni siquiera pudieron tararear una sola.
"Lo meto en la cuna, prendo la tele o le pongo cualquier música…" -fueron las respuestas que menudearon. De arrullo, nada. De ternura maternal, algo. Pero reconocieron hidalgamente que las abuelas si les entonaban algún cántico. Esto último es lo que deberíamos recuperar. Para fortalecer los lazos familiares/maternales/hogareños. Quizás en las escuelas, en los Centros de Madres. Se podrían repartir folletos con canciones de cuna en las maternidades y/o tocarlas como música ambiental, para que las parturientas las vayan conociendo/aprendiendo.
Cantarle con el corazón al recién nacido es acercarlo a Dios… Arrullarlo con cariño, es muchísimo mejor. Y eso no tiene nada de malo.
Jaime N. Alvarado García